En julio de 2006, los caminos de Donald Trump, entonces estrella de la telerrealidad, y de una diva de películas porno se cruzaron durante un torneo de golf cerca del lago Tahoe, en el oeste de Estados Unidos.
Con 60 años, el futuro presidente estadounidense, que venía de tener un hijo con su esposa Melania, posó en polo amarillo y gorra roja al lado de la despampanante Stormy Daniels, cuyo nombre real es Stephanie Clifford y que entonces tenía 27 años.
Lo que siguió al encuentro es motivo de debate. La enérgica rubia asegura que pasaron la noche juntos, mientras que Trump niega haber tenido relaciones sexuales con la actriz a la que acusa de ser una “estafadora”.
Sea lo que sea lo que sucedió en Nevada, la exbailarina erótica recibió luego 130.000 dólares para mantenerse callada, a pocos días de las elecciones presidenciales de 2016.
Y este pago hizo que Trump fuera inculpado penalmente, algo nunca visto con un expresidente. La justicia de Nueva York sospecha que violó las leyes sobre el financiamiento de las campañas electorales.
Hace unos días, cuando la decisión parecía inminente, Stormy Daniels recurrió a la ironía y volvió a usar el apodo de “diminuto” con el que se refiere a Trump, luego de que el republicano le pusiera en las redes sociales el mote de “cara de caballo”.
El tono entre ambos, según la actriz, no siempre fue así de agrio.
Para seducirla, en 2006, Trump le dijo que era “especial” y le ofreció una aparición en su programa “El aprendiz”, que no llegó a materializarse pese a que, según ella, siguieron en contacto.
En 2011, Stormy Daniels trató por primera vez hacer públicos los detalles del encuentro al intentar vender su testimonio a la revista de farándula In Touch por 15.000 dólares.
La revista, sin embargo, renunció a publicar la entrevista tras ser amenazada con una demanda por uno de los abogados más cercanos a Trump, Michael Cohen.
Según la actriz, un desconocido la abordó poco tiempo después en un estacionamiento de Las Vegas para intimidarla y ordenarle “olvidarse de Trump”.
Daniels calló, pero solo hasta que el magnate del sector inmobiliario ganó las primarias republicanas de 2016, momento en que ella retomó el contacto con medios para tratar de monetizar su historia.
Michael Cohen, apodado el “pitbull” de Trump, volvió a intentar comprar su silencio, como ya lo había hecho con la playmate Karen McDougal en un asunto similar.
Tras las negociaciones, el abogado pagó de su bolsillo 130.000 dólares a Stormy Daniels en el marco de un contrato de confidencialidad firmado el 28 de octubre, bajo los seudónimos de “Peggy Peterson” y “David Dennison”.
Trump resultó elegido y los meses pasaron sin que nada sucediera, hasta que el Wall Street Journal reveló la transacción en enero de 2018.
En un primer momento, Cohen cubrió al presidente y aseguró que jamás fue reembolsado. En tanto Stormy Daniels apareció en televisión limitándose a sonreír.
Sin embargo, la estrella porno solicitó desde marzo a la justicia anular el acuerdo de confidencialidad y comenzó a acudir a medios y clubes nudistas en una gira llamada “Make America Horny Again” (“Hagamos que Estados Unidos vuelva a excitarse”), en alusión al propio lema de campaña de Trump: “Make America Great Again” (“Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande”).
En octubre, Daniels publicó una autobiografía titulada “Full disclosure”, en la que asegura que su noche con Trump fue “la menos impresionante” de su vida y describe su sexo de forma poco elogiosa.
Más allá de los daños a su imagen, y de la frialdad que parece manifestarle Melania, la situación se agravó en el plano judicial para Trump.
Investigado por fraude en diferentes casos, el abogado Cohen aceptó cooperar con las autoridades. En agosto de 2018 admitió haber efectuado el pago a la actriz porno “por solicitud” de Trump.
Entre tanto, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, quien se unió al equipo de abogados del magnate republicano, habló de más al admitir en directo en la cadena Fox que la organización Trump sí le reembolsó el dinero a Cohen.
Trump se vio obligado a reconocerlo, pero sostuvo en Twitter que no utilizó “dinero de la campaña”. En cuatro años de proceso, el expresidente no ha aceptado testificar ante los fiscales neoyorquinos y les acusó de haber “inculpado a una persona completamente inocente”.
por Charlotte PLANTIVE AFP