¿Pensaba que conocía la definición de lujo? Después de ver esta impresionante isla privada en las Maldivas puede que tenga otro concepto. Pase y conozca el escondite más lujoso que existe en el planeta.
Si usted busca la palabra “Maldivas” en Google, encontrará la verdadera definición de paraíso en la tierra. Situado en el corazón del océano Índico, este pequeño país, formado únicamente por islas —1990, para ser exactos—, vive del turismo y recibe los clientes más exigentes del mundo. Tiene cerca de 120 resorts y la mayoría son increíbles, pero ninguno es tan elegante y exclusivo como Voavah, una isla privada de dos hectáreas en donde, como sus creadores lo definen, “nadie está mirando y todo es posible”.
Lo primero que tiene que saber es que este no es un resort para cualquiera. La isla —porque es una isla entera— abrió sus puertas el primero de diciembre del año pasado y desde entonces no ha parado de recibir a las personas más ricas del mundo. Sí, aquellos que tienen jets privados y superyates… aunque, por si acaso, Voavah tiene tanto yate de lujo como hidroavión para transportar a sus clientes. Y de ahí el precio: los huéspedes tienen que despojarse de la bobadita de 46.000 dólares (unos 135 millones de pesos) por noche —sí, leyó bien, 135 palos por un solo día.
Voavah se esconde a 40 minutos volando de Malé, la capital de las Maldivas —el avión lo deja en su villa privada dentro de la isla—, y a 20 en barco desde el hotel Landaa Giraavaru, otro paraíso operado por Four Seasons. La cadena hotelera también tiene los derechos exclusivos de Voavah.
La isla está compuesta por siete villas —unas de dos habitaciones, otras de tres— completamente equipadas con todo lo que usted puede llegar a necesitar: su propia playa privada, piscina, jacuzzi, camas tamaño King, sala y comedor equipados… todos los lujos de un hotel cinco estrellas, pero con vista de 360 grados a un mar espectacular en el que se mezclan el azul claro con el verde. Ah, y si tiene algún capricho, no es sino que lo deje claro antes de llegar y allá moverán cielo y tierra para cumplírselo. Y cada villa tiene su propio personal son seis empleados que se encargan de todo: desde cocinarle lo que pida hasta organizarle su propia excursión marina.
Voavah cuenta, además, con una sede o club house donde hay bar, gimnasio, librería, salón de juegos y otra piscina. Este espacio está rodeado de palmeras con hamacas y caminos que conducen al mar. Uno de ellos pasa por el spa; otro, por el deck para hacer yoga; uno más, por los manglares donde puede caretear.
A estas alturas, ya se estará preguntando qué pasa si se aburre en la isla. Tranquilo, se sube al yate de 62 pies —suficiente para unas 25 personas—, donde usted puede, por solo mencionarle algunas cosas, bucear en arrecifes rodeado de mantarrayas y tiburones, pilotear un jet ski o aprender a hacer kitesurf.
Bueno, si está pensando en pegarse la escapada —si es que tiene los millones necesarios—, vaya reservando, porque, aunque cueste creerlo, la isla ya tiene bastantes pedidos. Y como último dato, le contamos que un grupo de familias rusas fueron las encargadas de estrenar la isla y que su primer encargo fue bastante ‘sencillo’: una presentación playera del Ballet Mariinski —una de las compañías de danza más famosas del mundo— para fin de año. ¿Así o más exclusivo?