Los científicos detrás del Autoblow A.I. analizaron más de 109 horas de pornografía para crear el placer perfecto.
La democratización del sexo ha llegado a un punto que hace diez años no podíamos imaginar. Los juguetes sexuales, cada vez más sofisticados y efectivos, son capaces de emular la textura de la piel, calentarse con el tacto e incluso ser moldeados a imagen y semejanza de los genitales de la actriz o el actor porno de su preferencia. Pero ahora, el héroe sin capa detrás del Autoblow 2, Brian Sloan, subió las apuestas al incorporar la inteligencia artificial en sus productos.
Esta máquina, que parece más un procesador de alimentos con boca de silicona, sería capaz de tener la misma iniciativa que una pareja sexual real. El Autoblow A.I. tiene la habilidad de imitar con precisión el movimiento de cabeza, boca y lengua de una persona mientras realiza una felación. Con más de 16 movimientos, diez velocidades y una memoria capaz de recordar la modalidad en que estaba antes de pausar la máquina, este juguete sexual recaudó, en cuestión de horas, los 50.000 dólares necesarios para su creación mediante crowdfunding.
El aparato no discrimina el largo o ancho de ningún pene, se moldea al cuerpo cavernoso de su dueño y es sumamente fácil de limpiar. Además, Sloan dice haber solucionado algunos de los problemas de su versión anterior, como el inquietante ruido que hacía y la monotonía del movimiento.