Y llegó el día. Por fin Samsung presentó uno de los más interesantes y la vez extraños smartphones en mucho tiempo, el primer plegable de la marca, el Galaxy Fold.
Para muchos es una locura, para otros un “moonshot” que no es sino un golpe publicitario, para mi es otra cosa, es una plataforma de prueba, es un prototipo funcional, pero más que eso, es una gran estrategia de marca.
Yo trabajo en una agencia de publicidad y en el gremio tenemos un dicho que nos sirve mucho para la creación de ciertas estrategias, “Exhiba el Camaro, para vender el Spark”.
Cuando una marca trae un vehículo de performance a precios elevadísimos lo hace no porque quiera inundar las calles de dicho carro; sino porque representa lo máximo, lo mejor que la casa matriz puede hacer, es una muestra de su creatividad y capacidad innovadora, pero por sobre todo, un adelanto de su visión del futuro.
Eso fue precisamente lo que pasó con el Samsung y el Galaxy Fold. La discusión de los últimos días se ha centrado en sí es viable o no un smartphone de casi 2.000 dólares pero sinceramente ese no es el punto.
Estoy seguro que los coreanos no planean vender millones de unidades del Fold, no veremos el mercado inundado de estos dispositivos, pero así como con los primeros celulares, que por su elevado precio no eran para todo el mundo, el impacto de este smartphone se sentirá por mucho tiempo.
Lo anterior queda claro cuando analizamos las especificaciones técnicas del Galaxy F (como ya lo llaman algunos medios). Tenemos 5 cámaras (después del Galaxy A9 ya nada me sorprende), una central (en el modo tableta) de 10 Mpx, tres posteriores siendo la primera una gran angular de 16 Mpxl, la segunda de 12 Mpx con apertura máxima f:1.5 y la tercera un tele de 12 Mpxl, llegando a una frontal de 10 Mxpl. Una memoria RAM de 12 Gigas y una principal de 512 Gigas, además de dos baterías que suman 4.380 mAh. Todo esto impulsado por un Snapdragon de 7 nm y acompañado de una pantalla frontal AMOLED de 4.6 pulgadas (un tamaño un poco extraño) y una pantalla plegable de 7.3 pulgadas (para que se haga una idea, es un poco más grande que un iPad Mini).
Es a toda vista un flagship, una máquina potente que busca a un target muy específico, al Early Adopter, que es seducido por la innovación y la experiencia, más que por la funcionalidad y el precio. Es el tipo de persona que compró la primera generación de Tesla así fuera un producto sin terminar, es el que salió corriendo a conseguir la primera cámara digital así sus fotos no fueran las mejores y su precio alto, el o la fanática de la tecnología que tuvo un TV de plasma mucho antes que nadie más. Este Galaxy Fold es para pioneros, para aquellos que empujan los límites de la tecnología y por parte de Samsung una propuesta atrevida, interesante, disruptiva e innovadora. Una plataforma de aprendizaje y creatividad más que un smartphone de venta masiva.
Buena por esa Samsung, buena por esa.
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