Con su atractivo color anaranjado y su gran copa, el spritz se convirtió rápidamente en el cóctel de moda, fruto de una estrategia sabiamente orquestada por el grupo italiano Campari, que logró transformar una tradición local en un fenómeno mundial.
La tradición de esta bebida se remonta a la ocupación austríaca en el noreste de Italia durante el siglo XIX. Se dice que los soldados solían rociar con agua o soda el vino cuando no era bueno o hacía mucho calor. Cuando nació en 1919 en la ciudad de Padua con el nombre de Aperol, el vino fue reemplazado por esa bebida ligera, compuesta por naranjas amargas, genciana y ruibarbo.
Casi un siglo más tarde, cuando el Aperol era poco conocido fuera de las fronteras del noreste de Italia, el grupo Campari lo volvió a lanzar en el 2003, pero sin imaginar su potencial. "Cuando compramos la marca vendía 4.000 litros en tres ciudades del noreste de Italia: Venecia, Padua y Treviso, donde cada habitante bebía un promedio de cinco spritz al día", explica a la AFP Bob Kunze-Concewitz, el administrador delegado de Campari.
"Notamos que estaba registrando un crecimiento fuerte, y no queríamos que terminara en manos de la competencia. Fue más bien una estrategia defensiva", confiesa. "Pero al conocer la marca, nos dimos cuenta de su verdadero potencial y concebimos, gracias a Italia, nuestro laboratorio, un modelo de desarrollo muy preciso", añade.
Copa de Spritz. Baibaz. iStock. Getty Images Plus
El grupo entraba "en un barrio de una ciudad, donde contaba con la colaboración de uno, dos, tres bares, y ofrecía formación intensa a los camareros" y eventos para dar a probar el spritz.
Poco a poco, se extendió por el barrio, después pasó a la ciudad y a la región, según una "estrategia de mancha de aceite", explica Kunze-Concewitz. "El éxito no llegó por casualidad, ni de un día para otro. Tiene raíces profundas, fruto de una verdadera estrategia", confiesa el administrador de Campari.
El siguiente paso fue entrar en el sector de la gran distribución e imponerlo como aperitivo para todas las estaciones, llegando por ejemplo a las estaciones de esquí. Las redes sociales y el efecto de la moda se encargaron de llevar el cóctel a la cumbre. La etiqueta #Spritz cuenta con más de un millón de publicaciones en Instagram.
El resultado fue impresionante: Aperol, actualmente la marca más importante del grupo, (13% de las ventas) tuvo un crecimiento del 19,5% el año pasado, con aumentos del 27% en Francia, del 40% en España y del 51% en los Estados Unidos, y del 100% en mercados nuevos como Rusia, México y Brasil.
En la primera mitad del 2018, las ventas aumentaron del 24.7%. En bolsa, las acciones de Campari siguieron la tendencia: estancadas bajo el euro en el momento de la compra de Aperol, despegaron en 2015 con la internacionalización del éxito del spritz para situarse hoy por encima de los siete euros.
El fenómeno es ahora ampliamente internacional, como lo confirman varios camareros franceses.
¿Qué es lo que conquista a los clientes? "La copa grande, el color naranja, es brillante, es fresco ...", resume Gabriel Suzanne, camarero del bar Moncoeur Belleville de París, entre las terrazas más frecuentadas. "Es perfecto para la hora del aperitivo", sostiene Michaël Zenou, camarero del Sax, en Hyères (sur), que como el resto habla de un "efecto de moda".
Copa deSpritz en Milan. RossHelen. iStock. Getty Images Plus
El spritz es bastante rentable: tanto en Italia como en París suele tener el mismo precio que un Mojito, que es en cambio más costoso de preparar con su ron, su menta y su lima.
Otra ventaja es que es "más rápido y práctico de hacer", explica Géraldine Pardieu, del Beach Bar en La Baule (oeste). Según Kunze-Concewitz, el spritz está reemplazando a la cerveza, al vino blanco, a la champaña y al vino rosado, por lo que se estima que alcanzará un crecimiento de dos dígitos en los próximos años.
La receta del spritz deberá ahora resistir al efecto de la moda. Aunque el Mojito sigue siendo "el cóctel irreemplazable", según los camareros, otros cócteles italianos como el Americano o el Negroni podrían hacer sombra al spritz, aunque sin hacer tambalear al fabricante milanés: el Campari es uno de los ingredientes centrales de estas dos bebidas.
Medio vaso lleno de cubitos de hielo, 6 cl de prosecco, 4 cl de Aperol o Campari, todo rociado con un chorrito (2cl) de soda o agua mineral con gas y por último se adorna con una rodajita de naranja.