Es un hecho que hay que cambiar la forma de movilizarnos para no contaminar, por eso fabricantes como Volvo prometen producir vehículos 100% eléctricos como la nueva C40 que ya se vende en Colombia. Al tiempo, está creciendo una interesante tendencia para transformar carros antiguos a electricidad.
Hace más de 100 años nadie podría imaginar una forma de movilizarse entre un lugar y otro que no fuera en caballos. ¿Quién podría pensar a finales del siglo XIX que años después se desarrollarían automóviles de cuatro ruedas, con motores de combustión, que se aprovisionaban con gasolina y que cambiarían la forma de transportarnos? De la misma forma, hasta hace apenas algunos unos años a muchos no les cabía en la cabeza prescindir del combustible para moverse, pero los carros eléctricos están demostrando que es posible hacerlo ahora.
La creciente preocupación por el cambio climático y la ocurrencia por esa vía de huracanes, incendios, inundaciones o sequías más extremos, están evidenciando una urgencia por dejar de emitir los gases contaminantes que generan los vehículos que reinaron el siglo pasado y tener finalmente una alternativa para los próximos años.
“La sociedad está requiriendo mejor calidad del aire para mejorar la calidad de vida”, apunta a decir Oliverio García, presidente de Andemos, la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible, que aunque fue creada en el contexto de la negociación de los TLC, hoy tiene como su principal obsesión la transformación energética en el gremio. “La idea de usar otros modos de transporte que no contaminen es lo que va a predominar en la nueva tendencia de movilizarnos”, agrega entusiasmado.
Son impresionantes las cifras de crecimiento de los carros híbridos y eléctricos en Colombia durante el primer trimestre del 2022, de acuerdo con Andemos. Los vehículos híbridos enchufables (HEV) que tienen un motor eléctrico y otro de combustión, pasaron de 2.102 unidades vendidas en 2021 a 3.860 este año, un incremento del 84%; los vehículos eléctricos de batería (BEV) tuvieron un increíble aumento del 229%, al pasar de 333 a 1.097; mientras que los llamados híbridos enchufables (PHEV) se subieron en un 122%, de 307 reportados en los primeros tres meses de 2021 a 682 en el mismo período de este año.
La inmensa expectativa con la que empiezan las cumbres de cambio climático es proporcional a la decepción con la que terminan, nadie asume compromisos de fondo para frenar el peligroso calentamiento del planeta. Algo así pasó en Glasgow, la sede de la COP26, donde solo unas marcas fabricantes de carros se comprometieron a dejar de producir vehículos contaminantes en el corto plazo.
La intención de algunos gobiernos era que quedara plasmado un compromiso para que desde 2040 se produjeran únicamente vehículos de emisiones cero, pero que desde 2035 aplicara esa posibilidad para los mercados más grandes del mundo. La japonesa Toyota y la alemana Volskwagen le dijeron no a esa opción, alegando que habría países que no estarían listos para la electrificación.
En contraste, Volvo, Ford, Mercedes-Benz, Jaguar Land Rover, General Motors y BYD, fueron las seis marcas que aceptaron hacer parte de la iniciativa que también firmaron 30 países, entre los que no estaban, sin embargo, los grandes mercados como Estados Unidos, China, Alemania, Francia o España.
Uniendo el sector energético con el del transporte, la contaminación que genera la movilidad es la mayor amenaza para el calentamiento global. “Nosotros consideramos que somos parte del problema y por eso firmamos un compromiso en la COP26 de no producir más autos de combustión a partir de 2035″, explicó a SoHo Tarcísio Triviño, director de Volvo Cars Latinoamérica. “Sin embargo, el compromiso que tenemos internamente es que sea para 2030, en ese momento solo tendremos autos 100% eléctricos” y aunque estamos a ocho años de que eso ocurra, cuenta que en Uruguay y Brasil ya dejaron de vender carros de combustión.
La apuesta de Volvo es incluso más ambiciosa y pretende que en 2025, a la vuelta de la esquina, el 50% de los carros sea 100% eléctricos y el restante sean híbridos enchufables.
Si usted aún tiene un carro que funcione con gasolina implica que sigue aportando negativamente al agresivo cambio climático, pero para países de ingresos bajos o medios como Colombia, de momento no parece haber alternativas. “Dependiendo de la capacidad económica de los países unos van a ir más rápido que otros, pero hacia el futuro vamos a llegar a un mismo punto donde los modos de movilización van a abandonar la quema de combustibles fósiles”, anticipa Oliverio García de Andemos que cuenta que un vehículo eléctrico “con contadas excepciones” cuesta 200 millones de pesos. “Esas tecnologías son costosas. Las baterías son caras y el 70% del precio del carro depende de ellas”, concluye.
Uno de los símbolos de esos potentes vehículos eléctricos que están en el mercado es la C40 de Volvo, una camioneta que fue lanzada para Latinoamérica en marzo pasado y que ya está a la venta en Colombia como otra muestra para el impulso de este tipo de carros en el país.
“El impacto de la llegada del nuevo C40 ha sido muy positivo para el país, lo que ha generado que las primeras unidades fueran vendidas en tiempo récord. Parte de nuestro ambicioso plan es incrementar el número de unidades para el segundo semestre”, cuenta Alberto Telch, gerente comercial de Volvo Cars Colombia, quien insiste en que su empresa será “climáticamente neutra” para 2040.
La ansiedad por quedarse sin batería y no tener un punto de recarga cerca -que es la que padecen muchos dueños de eléctricos en nuestros países- queda prácticamente eliminada con las condiciones que tiene el vehículo y que estarán más presentes en los carros nuevos. En este caso, la C40 dispone de una batería de alta tecnología de 78 kilovatios horas y una autonomía de 440 kilómetros, es decir, usted podrá irse de Bogotá a Armenia (275 kilómetros) o de Bogotá a Medellín ( 417 kilómetros) sin necesidad de recargar, sin embargo, el sistema de carga rápida permite que en solo 40 minutos la batería pueda volver a estar al 80% de su capacidad.
La ventajas en las ciudades son mucho mayores, no solo por la autonomía sino por la cantidad de sitios que se están convirtiendo en puntos de carga. “Yo consigo ir a mi casa y volver en un rango de 30 kilómetros, personalmente no necesito gasolina nunca, es una realidad”, explica Triviño que tiene un vehículo híbrido. “Cuando se empieza a conducir un auto con electricidad, nunca quieres volver al combustible. En mi carro la gasolina se oxida”, bromea.
El vehículo tiene adicionalmente un potente sistema de navegación, un techo completamente de cristal que protege de los rayos UV y el interior sin cuero, lo que la compañía califica como “una postura ética a favor del bienestar animal” por lo que los los asientos, el volante, la tapicería y la palanca de cambios no están fabricados con ese material. En su reemplazo, la decoración dentro del carro están hechas con botellas de PET recicladas.
Sin duda alguna la principal limitante para que más ciudadanos puedan adquirir todos los beneficios de un carro como el C40 es el precio: aproximadamente 290 millones de pesos, un valor alto del que es consciente el gremio de Andemos, que sin embargo valora los esfuerzos hechos por el gobierno actual para reducir aranceles y el IVA para la importación de carros y partes para eléctricos.
La transformación de un Volkswagen escarabajo o del entrañable Renualt 4 en carros eléctricos, es la mejor alternativa para quienes quieren hacer la transición pero no tienen cómo pagar más de 100 millones de pesos por comprar uno nuevo o hasta 300 millones de pesos por la mejor tecnología. En Colombia, empresas como Convercar, Ecovehículo o Evco lo han estado haciendo durante los últimos cinco años.
Fue por accidente que Andrés García, presidente de la Asociación Nacional de Movilidad Eléctrica, se decidió a entrar en el negocio de la conversión de gasolina a la electrificación. “En 2016 fuimos a Villa de Leyva a montar en buggies y nos llamó la atención ver la cantidad de humo que botan por todo lado. Nos pareció que el mensaje con el medio ambiente no era el mejor”, por lo que al año siguiente se convirtió en socio de Evco.
“Hicimos el ejercicio de transformación con dos vehículos personales y a la gente le encantó, ahí comenzamos”, cuenta García que calcula que en el país más de 70 carros viejos ya han sido convertidos, siendo el que más el Escarabajo porque “su mecánica es muy básica, el motor está acoplado a la transmisión con cuatro tornillos. Una simpleza que permite que sea sencillo”, comenta.
García explicó en SoHo los pasos que se siguen para la transformación de un carro tradicional a eléctrico. “Buscamos demostrar que el proceso es industrializado, seguro y confiable. Además, planeamos lo que se quiere hacer, investigamos los planos de los vehículos, los pesamos y escaneamos”, dice que es la preparación para poder hacer la intervención que resulta fácil porque las piezas de los eléctricos son muy pocas.
“No deben superar el peso absoluto con el que fue diseñado el carro”, cuenta sobre las baterías que se le van a poner al ‘carro trans’. “Hacemos después pruebas para determinar si hay que hacer alguna corrección”, concluye. Y como en el caso de los carros nuevos, asegura que de 40 millones de pesos que puede costar la conversión, más de la mitad se invierte en las baterías.
Por supuesto el valor tampoco es accesible para todos, teniendo en cuenta que no es un carro nuevo, pero la experiencia bien podría valer la pena. “Los motores eléctricos son muy brillantes en torque, en potencia no lo son tanto. El torque lo usas para salir, para arrancar y la potencia para lograr velocidad final. Lo que uno aprovecha en una ciudad es el torque, para salir de un trancón es lo que necesitas”, afirma García, aunque él tiene una buena experiencia en carreteras que le gusta recordar.
“Los carros eléctricos son demasiado divertidos, el espíritu deportivo es fabuloso por la entrega de torque desde cero revoluciones. He hecho viajes Bogotá - Medellín y es una delicia ver como pasó con mi Escarabajo un carro moderno en el alto de Guaduas”, dice emocionado. Para un recorrido como esos, la recarga podría ser la limitante, pues los viejitos pero limpios tienen una autonomía de máximo 150 kilómetros.
La instalación de nuevas “electrolineras”, puntos de carga en las estaciones de servicio y el cambio de hábitos, van a ser primordiales para que más compradores se le midan a tener un carro eléctrico. “Los carros transformados tienen un cargador que permite cargar en casa como si estuvieras cargando tu teléfono celular. Hace 20 años al teléfono no se le acababa la batería, a este (señala su celular) le dura un día, yo puedo poner a cargar mi carro todos los días en casa”. Y es que se calcula que aproximadamente el 90% de los usuarios de vehículos eléctricos enchufables los recargan en casa.
Los vehículos transformados gozan de una ventaja adicional y es que una vez se confirma que su motor es eléctrico y de acuerdo con el Código de Tránsito, pueden inscribirse a las secretarías de movilidad de cada ciudad para quedar exentos del pico y placa.
A diferencia de los representantes de Volvo y otras compañías que calculan que en dos años la torta entre eléctricos y carros a combustión estará repartida por partes iguales y que en 2030 solo se venderán los primeros, los gremios y asociaciones que ven de cerca la industria colombiana calculan que la transición energética será lenta.
A pesar de que en el país está abierto un debate sobre la posibilidad de dejar de conceder exploraciones petroleras por los riesgos del cambio climático, no parece ser una idea que se materialice en la próxima década.
“En Colombia la transición energética debe hacerse viable porque los costos son elevados. En no todos los segmentos es viable la electrificación”, explica el presidente de Andemos que sin embargo calcula que la industria en general va a crecer, pues califica al nuestro como “un país submotorizado”. Según él, “no deberían estarse vendiendo 250 mil sino 500 mil vehículos”, siguiendo la tasa de otros países como donde se comercializan 10 vehículos por cada 1000 habitantes.
Por su parte, Andrés García concluye que están “lejos de irse los vehículos de combustión porque no es un proceso que ocurra de la noche a la mañana y menos con los niveles de electrificación que hay en el país”, aunque destaca los esfuerzos de empresas privadas por instalar puntos de carga.
Así las cosas, es probable que el paso de tortuga para abandonar la movilidad contaminante, que apenas se ha acelerado quizá a un paso de koala, tendrá que sufrir un empujón pronto, motivado sobre todo por los fenómenos naturales extremos cada vez más recurrente y por la lucha contrarreloj que tenemos para que el calentamiento global no se haga irreversible.