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Las cosas que esperan el regreso de mi esposo secuestrado

Por: Fotografías de Víctor Galeano

El sábado 21 de febrero de 2015, Jesús Emilio Ayala, administrador de empresas y ganadero, fue secuestrado en Salazar, Norte de Santander, municipio del que fue alcalde. Después de casi diez meses de espera, el pasado martes 8 de diciembre, las autoridades han confirmado la aparición de su cuerpo. En septiembre de este año, SoHo hizo un inventario fotográfico de aquellas cosas que, marcadas por su ausencia, esperaban su regreso. La revista lamenta esta noticia y acompaña a doña Soraya Gómez y la familia de don Jesús Emilio Ayala en este duro momento.

Esta es la finca Urbanas, en Salazar, Norte de Santander, a tres horas en carro de Cúcuta. Allá fue secuestrado Jesús Emilio, de 57 años, por dos hombres que lo subieron en su propio carro y se lo llevaron. Frente a la entrada, pasta Lucerito, la yegua en la que siempre montaba para recorrer sus potreros.
Cuando estaba dando vueltas por Urbanas, Jesús Emilio dejaba todas sus pertenencias en la cabaña de la finca. Por eso, su familia aún conserva la billetera en la que están sus documentos de identidad y un par de estampas religiosas.
Este es Pitillo, un perro criollo que, según la familia Ayala, adora a Jesús Emilio. Pitillo intentó morder a uno de los secuestradores, pero el hombre lo atacó con un machete: le cortó parte de una oreja y lo hirió en el estómago. Ya está recuperado.
La ganadería es la pasión de Jesús Emilio. Aquí se ve a Ricardo, el tercero de sus cuatro hijos y el único que aún vive en Cúcuta, haciendo una ronda por el establo que cuidaba su padre. En el momento del secuestro tenía 21 terneros.
En esta mesa, que está en un pasillo detrás de la cocina, Jesús Emilio almorzaba cada vez que iba a la finca. Al terminar, sagradamente se tomaba un tinto. Ahí estaba sentado el 21 de febrero y hasta ahí llegaron sus secuestradores poco después de las 3:00 de la tarde. Ese día no terminó el café.
Jesús Emilio llevaba las cuentas de su trabajo en cuadernos baratos, que encontraba abandonados y a medio usar. Los guardaba siempre junto a un esfero negro en un pequeño maletín. Tenía cuatro en el momento del secuestro.
Las llaves de la casa y de la oficina de Jesús Emilio están colgadas de este gancho hace siete meses. Shalom es una palabra hebrea que significa paz o bienestar.
Jesús Emilio tiene dos pares de botas de caucho: uno en su casa de Cúcuta y otro en su finca. Siempre que llegaba a Urbanas, se cambiaba los zapatos por las botas para andar por el campo. Calza 41.
Jesús Emilio ya no ve bien de cerca, por eso usa gafas para leer y escribir. Estas las dejó en su casa, antes de salir para la finca, el día que lo secuestraron.
Jesús Emilio llevaba este poncho colgado al hombro, y lo usaba más como trapo que como abrigo. Al lado, su esposa montó un altar que se ha ido llenando con imágenes de vírgenes llevadas por sus familiares.
Soraya Gómez tiene 51 años, es enfermera y docente universitaria. Conoció a Jesús Emilio cuando tenía 15. Se casaron en 1987 y desde entonces nunca se habían separado. Solo ha recibido dos llamadas de los secuestradores: el 23 de marzo y el 9 de abril. En ambas ocasiones intentaron extorsionarla y en la última le dijeron que su marido estaba enfermo. Soraya aún no tiene pistas del paradero de Jesús Emilio.

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