No pude ir a la primera vez de Rock in Río en Madrid, en 2008, así que cuando supe que el festival volvería en 2010, supe que no me lo iba a perder por nada del mundo. Con unos amigos compramos las entradas con meses de anticipación.
Dos grupos me interesaban ver: Bon Jovi, que llevaba poco menos de una década sin ir a España, y Metallica, que cerraba la fiesta el último día.
El primer día fuimos en carro, pero nos pareció que nos equivocamos porque en un evento tan grande, el carro puede ser un encarte. De hecho, parquearlo a las afueras de la ciudad del Rock (a unos 30 kilómetros de Madrid) costaba más de 20 euros, y no crean que era un parqueadero con todos los lujos. Cero, se trataba de un gigante potrero destapado, pero era la mejor, quizá la única, opción. Por eso para el día del cierre decidimos irnos en bus: salían casi uno detrás de otro del Santiago Bernabéu, casa del Real Madrid.
Uno sabe que Rock in Río es algo monumental, pero no sabe de lo que se trata hasta que llega al lugar. La ciudad del rock era un complejo gigante (leí que de unos 200.000 metros cuadrados) con tres tarimas. Había zonas verdes para poder descansar echado en el pasto, zonas con restaurantes (aunque los precios eran altos). Y marcas, eso sí. Los patrocinadores se hicieron sentir con stands, vallas por todos lados y muestras de sus productos. También había una tirolina (una de esas cuerdas suspendidas en el aire que van de un lado a otro y la gente la pasa colgada de un arnés) que pasaba frente a uno de los escenarios y una rueda de Chicago desde donde se podía ver casi toda la Ciudad del rock.
El primer día estábamos tan emocionados que es poco lo que recuerdo. Tengo todo el complejo de Rock in Río grabado en mi cabeza, pero lo que no se me olvida es que Bon Jovi tocó con una energía increíble y que cerro con ‘Livin´ on a prayer’, una de mis preferidas.
El día de Metallica cayó lunes, así que no fue tanta gente como se esperaba. Eso fue lo que yo sentí, aunque después leí que habían ido 55 mil personas (para un total superior a 300 mil durante todo el festival). Pese al día y a la hora (casi media noche), la gente se quiso tragar el escenario cuando Metallica empezó a tocar. Hacía más de 30 grados y pese al sofoco, no paré de cantar y saltar. Recuerdo haber tomado muchas fotos al comienzo, pero ya después me concentré en ver el concierto. También quise llamar a un amigo que no había podido ir para que oyera parte de una canción.
Recuerdo que ese día llegué a casa casi con el sol del martes y que me levanté pasado el medio día. Haber visto a Metallica en Rock in Río nunca se me va a olvidar, de hecho, cuando siento que no recuerdo cosas, vuelvo a ver las pocas fotos que tomé.
Solo lamento que en este 2013 el festival se haga en Brasil, y que estén diciendo que en 2014 se mudará a Buenos Aires. Espero poder ir a Argentina el otro año, si no la logro, será rezar para que vuelva a España.
INFORMACIÓN COMERCIAL
Cuando eso pase, tendré a la mano mi Samsung Galaxy Grand de Claro para tomar más y mejores fotos, y hasta haré videos en HD. De hecho, qué tonto, no sé por qué no hice eso cuando fui en 2010. Quizá, ahora no lo recuerdo, el celular que tenía en ese entonces no daba para tanto. También compartiré todo lo que vea en redes sociales, cosa que también lamento no haber hecho mucho en 2010, ya que no era tan activo en Facebook y no había creado mi cuenta en Twitter. Con el Samsung Galaxy Grand, o con la maravilla de celular que creen para 2014, seguro no me perderé detalle.