Stan Lee es el creador de los personajes que componen el universo cinematográfico más exitoso de la historia. Sin embargo, gracias a las artimañas de Hollywood, no recibe el dinero que debería.
Si uno se basara solo en las cifras y en una rápida mirada a su filmografía, podría decir que Stan Lee es el actor más exitoso de Hollywood. Está por encima de Marlon Brando, George Clooney y Tom Hanks, entre otros, cuando se considera cuánto dinero han recaudado las películas en las que ha figurado. La razón es simple: la franquicia cinematográfica de Marvel. Lee, creador de algunos de los personajes más famosos del cómic, ha tenido unas ?44 apariciones en varias de las películas y series más taquilleras de la historia. Eso sí, se trata en su gran mayoría de cameos que no superan unos pocos segundos: un hombre cruzando la calle o vendiendo perros calientes o tomándose una gaseosa contaminada con la sangre de Hulk. Son papeles insignificantes cuya única razón de ser es darle un reconocimiento a la cara visible del renacer de los superhéroes.
Nació bajo el nombre Stanley Martin Lieber, pero firmaba sus cómics como ?Stan Lee? con el objetivo de algún día poder usar su nombre real para escribir literatura “más seria”. Nunca lo hizo. En lugar de eso, se convirtió en Stan the Man, uno de los creadores más visibles y prolíficos del mundo de la novela gráfica. Junto a otros grandes de la talla de Jack Kirby y Steve Ditko fue esbozando personajes como ?Thor o Daredevil, que llevan décadas emocionando a lectores y televidentes de todo el mundo.
Pero a pesar de estar detrás del lápiz creador, fue por mucho tiempo un desconocido para el gran público. Conscientes de ello, y mostrando un gran sentido del humor, en 2008 los productores de Iron Man lo pusieron en una escena en la que el protagonista, Tony Stark, se lo encuentra rodeado de mujeres y lo confunde con Hugh Hefner. Lo más probable es que muchos espectadores ni siquiera hayan captado el chiste. En cambio, cuando recientemente apareció algunos segundos en Pantera Negra (2018), una de las películas más exitosas de la historia en cuanto a taquilla, la mayor parte del público ya sabía que se trataba del padre de varios de los míticos superhéroes de Marvel.
Hace poco, Marvel (que hace parte del emporio de Disney) y 20th Century Fox cerraron un trato por un valor cercano a los 52.400 millones de dólares para unir sus estudios. Las implicaciones económicas son muchas, pero tanto los fanáticos como Lee estaban más emocionados por la posibilidad de reunir todos sus personajes en un solo universo audiovisual.
Y es que aunque todas son creaciones de Lee ?quien empezó a trabajar con Marvel en 1939?, los derechos de sus personajes fueron vendidos por pedazos durante años, en especial durante la década de los noventa, cuando la editorial vivió una de sus peores crisis financieras. Además, en ese momento no estaba en los planes de ningún ejecutivo que la editorial de novelas gráficas se convirtiera algún día en una productora de cine. Es por eso que Fox tiene los derechos de los X-Men y Los Cuatro Fantásticos, mientras que Sony tiene a Spider-Man (ese estudio también tiene un trato que permite que Marvel “tome prestado” al personaje para sus películas).
Hubiera podido tener mucho más. En 1998, Sony rechazó la oportunidad de comprar el catálogo completo de personajes de Marvel por tan solo 25 millones de dólares. No aceptaron el trato porque pensaron que nadie se interesaría por verlos en la gran pantalla. Alguien debe estar dándose golpes contra las paredes, dado que las producciones de Marvel habían recaudado unos 14.000 millones de dólares para febrero de este año.
Pero no fue hasta 2005 que Marvel decidió crear sus propias películas y distribuirlas por medio de Paramount. La idea quedó en manos de Kevin Feige, quien fue nombrado presidente de producción y esbozó un plan para crear cintas de personajes individuales y unirlos en una película futura (cosa que llegó a pasar con The Avengers en 2012, que recaudó más de 1000 millones de dólares). En un principio había poca confianza en el proyecto, pero lograron conseguir unos 525 millones de dólares de Merrill Lynch, la gigantesca compañía de inversión de capitales. Eso puso en movimiento al estudio más exitoso de la historia y todo fue gracias a una disputa legal con Stan Lee.
Es normal en la industria de los cómics que los creadores de los personajes se queden con la reputación, pero sin la plata. En 2002, cuando vio la creciente ola de popularidad del cine de superhéroes, Lee se dio cuenta de que no iba a recibir más dinero por las películas ni por las mercancías relacionadas con ellas. También se percató de que su contrato podría interpretarse de cierta manera para recibir un porcentaje de la taquilla. Entonces, tres años antes del comienzo del universo cinematográfico del estudio, demandó a Marvel por no cumplir los términos de su contrato. La medida fue inesperada y chocó al mundo geek. Lee era famoso por su trabajo y era un recurso extremo que ponía en jaque a la compañía que él mismo ayudó a crear, una de las más grandes del mundo del cómic.
En ese momento ya habían salido X-Men (2000) y Spider-Man (2002), largometrajes que recaudaron 300 y 821 millones de dólares, respectivamente. Y había planes para muchas películas más. Como Lee no recibió un centavo demandó a Marvel por no honrar una estipulación que le prometía el 10 por ciento de las ganancias de los productos de cine y televisión de la compañía. Luego de tres años de batalla, un juez decidió a favor de Lee. En abril de 2005, Marvel anunció que había llegado a un acuerdo con él por cerca de 10 millones de dólares, un monto grande hasta que se considera que solo la primera película de Spider-Man le dio a la empresa ingresos cercanos a los 150 millones.
El proceso de la demanda reveló un poco sobre las prácticas de “contabilidad de Hollywood” que utilizan los estudios para reducir artificialmente las ganancias y así obtener más ingresos. La disputa, por supuesto, no quedó zanjada. En una entrevista con CNN en 2012, que tenía como propósito hablar del éxito de The Avengers, Lee insinuó que Marvel logró cambiar su trato con él. “Odio admitirlo, pero no participo en las ganancias de la película, solo en las entrevistas”, dijo, explicando que su título de productor ejecutivo era solo honorario. Según aludió, solo ganó su sueldo normal del contrato base con Marvel. En otras palabras, salió de la demanda con una victoria de papel.
Por su parte, Marvel, con una pérdida relativamente pequeña, salió y tomó la decisión que los convertiría en los reyes de la taquilla. Luego de resolver la disputa empezaron los planes para producir sus propias películas. Se trató de un cambio monumental de política interna, pues hasta ese punto y desde la década de 1960 Marvel y compañías similares vendían licencias para que otros utilizaran sus personajes en producciones cinematográficas. Esa estrategia les permitía exportar el riesgo financiero que implica hacer una película o una serie de televisión, pero, al mismo tiempo, limitaba sus ingresos.
Por lo tanto, la decisión de hacer sus propias producciones les daba el control tanto creativo como económico. Y la disputa con Lee probó que era una idea mejor, y más productiva, hacer las películas ellos mismos y conservar el talento in-house. Con el dinero de Merrill Lynch y un trato de distribución con Paramount, Marvel empezó el viaje que lo llevaría a fusionarse con Disney, primero, y Fox, después, reuniendo lentamente los personajes que había perdido. Hasta Spider-Man, en manos de Sony, ha vuelto al universo cinematográfico montado sobre la base de las ideas de Lee. Para Marvel es un triunfo, para los fanáticos un sueño hecho realidad y para Lee... algún punto intermedio.