Pilotos le cuentan por qué no debe preocuparse con esos movimientos que a muchos asustan.
Muchos hemos experimentado viajes en avión en los que dejamos las uñas en los apoyabrazos y salimos con los músculos tan tensos que pareciera que hemos hecho un maratón.
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Son esas fastidiosas turbulencias que ya desde hace varios años nos vienen advirtiendo serán cada vez más recurrentes debido al calentamiento global.
"Pueden ser inesperadas y suceder cuando el cielo parece estar despejado" pero no deben ser motivo de preocupación, como recuerda la Administración federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por su siglas en inglés), volar "es la forma más segura de viajar".
No importa cuánto sintamos que estamos en una lavadora, lo cierto es que esas sacudidas no son nada en comparación a lo que es sometido un avión antes de salir de fábrica.
En los bancos de pruebas, muchas alas de aviones de pasajeros pueden llegar a flexionarse hasta 90 grados, en lo que se conoce como pruebas estáticas.
Carga imposible
Por ejemplo, en diciembre de 2013 la empresa Airbus sometió las alas de sus aviones a una carga de 1,5 veces más de lo que jamás recibirán una vez estén operativas.
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La deflexión de la punta del ala excedió en cinco metros, lo que significa que la carga dobló las alas en casi 90 grados.
Otra prueba es buscarle el punto de quiebre de las alas, lo que ayuda a los fabricantes asegurarse de que este está mucho más allá de nivel de carga predicho.
Una vez en el aire, Patrick Smith, piloto y autor del blog Ask the Pilot (Pregúntale al piloto) explica que "incluso la racha más poderosa y los vientos más fuertes"no podrán hacer que un avión se ponga de cabeza, caiga en picada o sea arrojado a tierra.
"Las condiciones pueden ser molestas e incómodas, pero el avión no se va a estrellar", asegura.
Smith confiesa que a los pilotos no les preocupa que se caigan las alas, sino mantener calmados a los pasajeros y el café sin derramar.
"La altitud, inclinación y afinación cambian muy levemente durante una turbulencia, en la cabina solo vemos una sacudida en el altímetro, y en el diseño inherente de los aviones hay un rasgo conocido por los pilotos como estabilidad positiva", escribe.
Esto quiere decir que no importa cuanto una aeronave es sacada de su posición, su naturaleza es regresar por sí sola a como debe estar.
Mejor unirse que pelearla
Lo que sí hacen los pilotos, según el sitio Science Alert, es disminuir un poco la velocidad del avión (tan poco que como pasajeros no lo solemos notar) y ajustar la altitud para evitar la turbulencia.
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Pero si no hay escapatoria, entonces lo ideal es cabalgarla, sin forcejear con ella.
"Lo peor que puede hacer un piloto durante una turbulencia es pelearla", advierte Smith.
Incluso, algunos pilotos automáticos tienen un modo especial para estas situaciones, y en vez de ponerse intentar corregir el vuelo constantemente, lo que hace es desensibilizar el sistema.
Eso sí, la FAA recomienda a los capitanes estar en constante comunicación con los pasajeros, dándoles el pronóstico del tiempo, avisar de alguna inesperada turbulencia y recordar tener siempre los cinturones bien ajustados.
De hecho, si algo previene una lesión es estar amarrado cada vez que estemos sentados en el asiento.
Por lo demás, sólo queda disfrutar lo mejor posible del vuelo y evitar clavarle las uñas al pasajero de al lado.
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