Este rollo es más importante de lo que imagina. Por eso, SoHo le explica detalles del grupo de planetas con características similares a las de la tierra y con potencial para que usted haga la maleta y pueda vivir allá.
TRAPPIST-1, es el nombre de una estrella “enana” roja (del tamaño de Júpiter) y su sistema planetario que tienen al mundo en vilo desde hace unos días.
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Y es que un grupo de astrónomos ha ido descubriendo, progresivamente desde 2012, esta serie de planetas que están a 40 años luz de aquí y que tienen condiciones muy similares a las de la Tierra, que hacen que nos emocionemos con la posibilidad de imaginar que hay vida en otros lados del cosmos.
Por si no lo sabía, hay unas condiciones que los astrónomos modernos han definido como “ideales” para que los planetas de un determinado sistema puedan albergar vida y eso tiene que ver básicamente con su proximidad a la estrella que orbitan.
Fácil: se necesita no estar muy cerca de la estrella como para que la temperatura no los haga un infierno, pero tampoco muy lejos como para ser de hielo. A esa medida perfecta se le llama “zona de habitabilidad”: un lugar en el que el planeta encuentra la temperatura perfecta para tener océanos líquidos, gases favorables a la vida y hasta una atmósfera, en el mejor de los casos.
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Solo para aclarar: hoy en día sabemos que hay miles de planetas parecidos a la tierra vagando por ahí en nuestra vía láctea y millones de estrellas parecidas al sol en la galaxia; y aunque hasta ahora no se había encontrado algo tan emocionante como esto, la distancia todavía es demasiada como para siquiera imaginar en ir ahí en los próximos siglos.
Cuarenta años luz, como medida de distancia, es el tiempo que se demoraría la luz en llegar hasta ese sistema planetario; según los expertos en el tema, con nuestra tecnología actual –que no se acerca ni por el carajo a la velocidad de la luz– nos tardaríamos unos 300 mil años en llegar.
Pues bien, retomemos, lo interesante, además de haber identificado siete planetas rocosos –una cantidad nunca antes vista dentro de un mismo sistema planetario diferente al nuestro, que tiene cuatro–, es que tres de ellos están dentro de la zona habitable.
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Teniendo en cuenta el hecho de que TRAPPIST-1, por ser una enana roja, es más fría y más pequeña que el Sol –nuestro punto de referencia–, los planetas que giren alrededor de ella deben estar muchísimo más cerca que los que tenemos en nuestro sistema solar. De hecho, los planetas de ese sistema están tan cerca que el primero le da la vuelta a su sol en tan solo 1.5 días, mientras que el que está más lejos se tarda 20 días en rodear a la estrella.
¿Eso qué significa? Eso se traduce en que este es un sistema en donde la formación de los planetas es miles de veces más compacta que la de nuestro sistema solar y eso quiere decir que es muy probable que desde la superficie de uno de ellos una persona pueda ver varios de los otros dando vueltas en el cielo, en una danza planetaria constante, teniendo en cuenta los periodos orbitales de cada uno de ellos.
Imagínenselo más parecido a Júpiter con sus lunas que a nuestro sistema solar entero. De hecho todo el sistema planetario de TRAPPIST-1 tiene menos de la mitad del radio que tiene solo la órbita de Mercurio. Los astrónomos dicen que, al menos desde el quinto planeta se podría ver a TRAPPIST-1 tres veces más grande de lo que se ve nuestro sol desde la Tierra, aunque con un brillo mucho menor.
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Aunque suena fascinante saber que hay sistemas solares tan raros como el de TRAAPIST-1, la posibilidad de saber si hay vida o, por lo menos, si hay condiciones para que la vida como la conocemos se de en esos planetas, todavía está lejos.
Primero tenemos que avanzar mucho más en nuestra tecnología para poder saber con mayor precisión si los componentes de esos planetas podrían permitir una atmósfera con Ozono, Dióxido de Carbono, Oxígeno y Metano en las proporciones correctas para permitir la fotosíntesis de las plantas, el balance de los océanos y, en general, condiciones favorables para la vida.
Pero cada vez estamos un paso más cerca.