Esta mujer también tuvo que luchar contra el cáncer de seno, pero ahora se enfrenta a una nueva necesidad: encontrar un corazón.
Amalia Rodríguez de González tiene 62 años y un corazón perezoso, que no bombea con la suficiente potencia para que su cuerpo funcione normalmente. Por eso, le dan calambres en las piernas y en los brazos, se fatiga constantemente, debe dormir con oxígeno y está muy limitada para hacer lo que más le gusta: cocinar.
Hace seis años, Amalia sufrió de cáncer de seno y como parte del tratamiento le suministraron un medicamento muy fuerte denominado Trastuzumab, que tiene, entre sus efectos secundarios, el riesgo de afectar el corazón. Con tan mala suerte que esa contingencia se hizo realidad en su caso, y ella, recién operada y con más de 20 quimioterapias y radioterapias encima, ahora tenía que soportar un corazón lesionado.