Como pocas veces en Bogotá, hay una gran disputa entre los amantes de la música: ir al concierto de los Stones o a Estéreo Picnic 2016. Adolfo Zableh dice por qué, sin dudarlo, prefiere ir al festival de música.
No creo que sea coincidencia que hayan puesto a los Rolling Stones a tocar el mismo día que comienza Estéreo Picnic. Solo una mente muy diabólica (una mente muy Stone) pudo idear tal plan. El punto es que la ciudad se dividió: la mitad es stoniana y el resto está metida con todos los sentidos en el Picnic del Parque 222. Tan solo unos cuantos despistados no entienden de qué estoy hablando.
Crueldad o coincidencia, el que se beneficia, o el que sufre, es el público. Por un lado están los Stones, de lo más grande que ha dado el rock. Llevábamos 50 años esperándolos, más que el metro de Bogotá, y por fin están aquí. De hecho, un día vendrán a tocar los nietos de los Stones y el metro aún estará en estudios preliminares. Lo cierto es que son varias generaciones las que están encantadas con tener cerca a los cuatro sobrevivientes de uno de los grupos más grandes de la historia, y estarán en su derecho de gozárselos.
Yo, la verdad, siempre he dicho que me quedo con Estéreo Picnic. Me parece que el menú es mejor y más variado. Y aunque soy rockero de tiempo completo, nunca me engancharon los Stones. Tengo varios discos y conozco su historia, pero me parece que están sobrevalorados. Son talentosos, hábiles, dedicados, llevan más de medio siglo juntos, pero siempre fueron los segundos de los Beatles; en ninguna época estuvieron en primer lugar. Y aunque su nombre está alto en la historia, aunque su música llega al alma y aunque seguirán sonando mucho después de que nos hayamos ido, algo les faltó para dar ese gran salto sobre la delgada línea que separa a los muy buenos de los grandes. Encima, por ir a verlos cobran como si al exbajista de la banda, Bill Wyman, lo hubiera reemplazado el papa Francisco. A esta altura, el mayor mérito de los Stones no es la calidad de su música, sino que el guitarrista Keith Richards siga vivo.
En todo caso, polémicas y gustos aparte, son Bogotá y Colombia las que ganan con semejante oferta musical. Hace unos años hubiéramos tenido que elegir entre un concierto de salsa y otro de música romántica. Si pudiera, me duplicaría, pero tocaba elegir y ganó Estéreo Picnic. Los Stones tendrán lo suyo, pero no son los más grandes de la historia ni tampoco los mejores en vivo. Ese rótulo les cabe a Led Zeppelin y a AC/DC, respectivamente. Desafortunadamente, que alguno de los dos se presente en vivo en Colombia es algo que ya no va a pasar. Ahí sí, primero tenemos metro en Bogotá.