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¿Cómo combinar el amor y el desempleo?

Por: Ana Mess

La tuitera Ana Mess escribió sobre una mezcla fatal: el amor y el desempleo. Nos recuerda que sí estar desempleado es una desgracia; intentar tener una relación sentimental al mismo tiempo puede convertirse en una gran tragedia griega.

Mandamiento de desempleo

Las relaciones son un dar y recibir, y esperar que se nos den las cosas. (A mi exnovia le gustaban los restaurantes caros (y me tenía jodido))

En las primeras citas se siente uno como un adolescente embobado; nada importa, todo muy rico, todo es una aventura, todo es un ‘ve que tan bueno’ y va uno exprimiendo cada instante con el nuevo ser amado, mientras internamente empieza a reclamar su lugar la angustia que causa el que uno de los dos no tiene trabajo.

Es bien sabido que el amor es más fuerte, pero asimismo todos tenemos claro que el amor no se come, y con el paso de los años si bien estamos buscando acción, aventura y romance; también queremos hacer planes, vivir cómodamente y tener estabilidad con un par, con un igual que aporte. Porque el amor de la vida no puede ser el indicado, si resulta ser un vaciado.

Nos han educado para que llegada cierta edad encontremos un par que nos brinde equilibrio y soporte, con planes de vida sólidos que garanticen familias divinamente, de esas que se ponen de ejemplo a los más jóvenes, familias de revista.  Cuando uno esta sobre los treintas la perspectiva del amor cambia, uno quiere la experiencia completa; la complicidad del nuevo romance con la seguridad que solo da el tiempo compartido. Con esto claro, hay que decir que salir con alguien desempleado es más que un acto de fe, casi que podría considerarse una locura. (Elogio del hombre llorón)

Uno sin trabajo, es decir; sin un peso encima puede volverse muy creativo con las citas, tiene tiempo para hacer pesquisas sobre los mejores planes más económicos y entretenidos. La oferta cultural gratuita en las ciudades es cada vez mayor y mejor, así que no se pone en tela de juicio la calidad de los planes. Estar en la casa con todo lo que se puede hacer allí puntea la lista, pero con el tiempo, la repetición de la repetidera empieza a cansar. El idilio del romance se convierte rápidamente en un suplicio.

Uno de desempleado, de pobre, se siente incómodo por no poder pagar y a eso se le suma que el exceso de tiempo libre da para pensar pendejadas y armarse videos merecedores de una estatuilla. Y del otro lado, quien hace parte de la fuerza económica del país, puede sentirse estancado, con una rémora a cuestas. Toda la idea de estabilidad, de compartir, de salir en la foto de las revistas de la eps, se va por el caño, porque ya no nos vemos llegando a Jamaica, sino a Melgar.

Quizá el mayor problema no es que uno de los dos este desempleado, sino que por ese afán de querer se dejaron de establecer los términos y condiciones del contrato, y mientras uno le apostaba al freelanceo por prestaciones ocasional, el otro requería el turno oficinista de 8 a 5. (Lo mejor es que saque a su ex de su vida)

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