El 7 no siempre es número de buena suerte, en este caso es todo lo contrario, situaciones que llevan aquejando a Colombia desde hace mucho tiempo.
1 Pobreza. Pero no la pobreza de siempre. No. La de hoy es una pobreza rica (¿oxímoron?) en elementos para entenderla: la pobreza multidimensional, diseñada para que, mientras a la gente le falta todo, a los estudiosos del fenómeno no les falten parámetros, indicadores y todos esos elementos ‘valiosos’ que les ayudan a ganar jugosas sumas mientras analizan la miseria ajena.
2 Codicia. Los que tienen siempre quieren tener más. En Colombia, por fortuna, los potentados son una minúscula élite, así que el problema no es realmente grave (entran risas). El Diccionario de la Lengua Española, en un esfuerzo por abrir espacios a la manera como usamos el idioma en países de las Américas, ofrece una versión unificada de pobreza y opulencia: “Mísero, escaso, codicioso”. Es en la tercera acepción que el Diccionario reconoce la palabra “prieto”.
3 Militarismo. No el de aquí, que está bastante desteñido de uniformes y de moral. Militarismo del gobierno venezolano, al que no le basta reclamar hace décadas 159.000 kilómetros cuadrados de Guyana, sino que ahora moviliza mañosamente a sus tropas para arañar la siempre endeble soberanía colombiana. Como está la situación en Madurlandia, no sabe uno si los soldados venezolanos vienen a invadirnos o a mendigar un plato de sancocho.
4 Corrupción. Se explica sencillito, con la sola cita de un titular de la revista Semana: “El deprimido de la 94 se demoró más que la ampliación del Canal de Panamá”.
5 Hedores. A nuestra derecha, la izquierda le huele a subversión. Y a nuestra izquierda, la derecha le huele a paramilitarismo. Fírmese lo que se firme, mientras el oloroso prejuicio se conserve, la única paz que habrá en este país será de papel. Y poco respeto le tenemos por estos días al papel. Al de la Constitución, por ejemplo, lo hemos rebajado al carácter de higiénico (en Venezuela no hay ni Constitución ni papel higiénico, lo cual nos concede una pírrica ventaja).
6 Foriasis. Aterradora peste cuya sintomatología es evidente: la víctima pretende convertir cualquier situación, postura, temática, problema, disciplina o coyuntura en un foro. Un foro cuyo aforo debe ser lo suficientemente nutrido como para producir ganancias destinadas a la multiplicación de la foriasis. No confundir psoriasis con foriasis, aunque debe reconocerse que quienes padecen esta última no tienen un pelo de tontos.
7 Diezmo. Entendiendo el respetable concepto de que los cultos deben sostenerse con las billeteras de los creyentes, nos llenamos de iglesias de garaje y predicadores de balso con vocación de políticos y recaudadores (aunque exentos de tributar al Estado). Posdata: ¿Por qué será que los miembros de los cultos suelen no tener la cultura necesaria para darse cuenta de cuándo los están esquilando? Las ovejas de verdad, en cambio, siempre saben cuando su dueño les arranca la “lana”.