Hace casi 30 años, Amparo Grisales y Margarita Rosa de Francisco protagonizaron, en Los pecados de Inés de Hinojosa, las primeras escenas eróticas entre mujeres de la televisión colombiana. Hoy se reconoce la trascendencia de esa telenovela en el avance por la causa de los derechos para parejas del mismo sexo.
Hace poco se aprobó en Colombia el matrimonio de parejas del mismo sexo y se ha vuelto rutinario ver en los medios de comunicación a gais celebrando y besándose. Lo mismo sucede en el exterior. En muchas series de televisión, como Orange is the New Black, Modern Family, Game of Thrones y otras, relaciones sentimentales entre lesbianas u hombres homosexuales hacen parte del libreto. Hasta Frank Underwood, el presidente de Estados Unidos en la serie House of Cards, en medio de un trío con su esposa, se besa con su chofer.
Eso, sin embargo, no era así hace 25 años. En esa época, el tema tenía algo de tabú y no era considerado presentable en la pantalla. Por eso, las escenas de amor entre dos mujeres en la serie de RTI Los pecados de Inés de Hinojosa marcaron un hito en la televisión colombiana. El guion se basaba en una novela homónima de Próspero Morales Pradilla sobre amores prohibidos en el siglo XVI. Una mujer casada con un marido violento e infiel acaba conociendo la ternura en manos de su sobrina, quien había sido violada por el marido de su propia tía.
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Inés de Hinojosa fue interpretada por Amparo Grisales y la sobrina, Juanita, por Margarita Rosa de Francisco. Las dos eran las mujeres del momento. Amparo, la diva nacional por excelencia, y Margarita, la novia de Colombia por su papel al lado de Carlos Vives en Gallito Ramírez.
Fanny Mikey le había regalado la novela a Amparo, quien después de leerla se la llevó a Patricio Wills, el hombre clave en RTI.
Este se entusiasmó con la atmósfera erótica de la historia y consiguió la aprobación de su jefe, Fernando Gómez Agudelo, para producirla. La decisión era audaz. Por aquellos días, no había homosexualismo en televisión y tampoco eran comunes los desnudos. La relación entre Inés de Hinojosa y su sobrina, además de ser incestuosa, contenía las dos cosas.
Amparo y Margarita Rosa se conocían pero no eran amigas. La primera tenía ya una trayectoria importante en el mundo de la actuación y la segunda era apenas una primípara. Pero rápidamente hubo gran química entre ambas, y con valentía y algo de nerviosismo se lanzaron con entusiasmo al proyecto.
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En los 20 capítulos hubo dos escenas eróticas entre ambas. Juanita (Margarita Rosa), la sobrina, había sido violada por el marido de Inés (Amparo), y esta, para consolarla, comenzó a hacerle un masaje con aceites aromáticos. De esas caricias pasan a los besos y a desabrocharse cada una los complicados botones de los atuendos de la época. Pecho contra pecho, los dos cuerpos se entrelazan en una complicidad vengadora.
La otra escena fue en un río en Tunja. En esta ya no había ungüento ni botones. Las dos mujeres, consideradas las más bellas de Colombia, se bañaban totalmente desnudas en agua helada. Para calentarse los cuerpos, se abrazaban y se acariciaban con ternura.Para esas dos escenas todo el equipo fue retirado del set menos los dos camarógrafos y Jorge Alí Triana, el director. Este les pedía que se miraran con amor y morbo, lo cual ponía más nerviosa a Margarita Rosa que a Amparo, quien antes de Los pecados de Inés de Hinojosa ya había hecho escenas de desnudos eróticos. Ella siempre ha tenido una seguridad desbordante en sí misma y en su cuerpo. Para Colombia era en ese momento, y sigue siendo hoy, una diosa. Margarita Rosa, por el contrario, era la presentadora del noticiero 24 Horas, y como tal era percibida por los colombianos, que la veían todas las noches como el símbolo de la respetabilidad y la credibilidad.
Esa diferencia en sus perfiles, sin embargo, no fue obstáculo para que las escenas fueran un éxito. Tal vez la mejor anécdota de la filmación es que Amparo, que tenía que hacer no solo de protagonista sino en alguna medida de directora de su compañera, le decía antes de cada beso: “Cierra los ojos y piensa que es Carlitos”. Se refería a Carlos Vives, que en ese momento ya le caminaba. Margarita Rosa reconoce que la intimidaba un poco ver a Amparo “como una diosa de cobre, con un cuerpo tan sólido que parecía de madera”. Por su mente pasó: “Qué piel más suave, ¿qué se untará? Qué jartera yo tan blanca, qué envidia me da ese color canela”. Como ella en calidad de presentadora de noticiero era una de las figuras más famosas de la televisión colombiana, pensó: “¡Esto podría ser mi fin! Yo con el pecho al aire en RTI Televisión”.
Nada de eso pasó. Las dos mujeres pasaron a tener carreras espectaculares. Margarita Rosa se casó con Carlos Vives y luego se divorció de él. Amparo hoy tiene el cuerpo idéntico al que tenía hace 27 años. Cuando se encuentran, las dos se ríen recordando esa experiencia. En ese momento ninguna era consciente de la trascendencia histórica que tendría ese arrojo vanguardista. Hoy en día, la igualdad de derechos para las parejas del mismo sexo es considerada un avance histórico digno de orgullo nacional. Todos quienes gozan de esa nueva libertad reconocen la importancia del grano de arena que Amparo Grisales y Margarita Rosa de Francisco aportaron a esa causa.