Si la vida es una declaración de principios, acá van cuatro que no admiten cortapisas, porque uno es lo que prefiere.
Chimenea que coctel
Si me invitan a un coctel, que sea de camarones. La verdad es que prefiero quedarme frente a una chimenea tomando vino caliente hasta que se me aparezca un unicornio azul en vez de ir a una reunión de esas, llenas de Juanlozanos, Armanditos y Royes, acompañados de ese poco de señoras embalsamadas que salen de la peluquería o del quirófano, con el mismo color de pelo y la misma expresión facial de Kini, el muñeco LGBTI de Carlos Donoso.
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Tinto que Coca- Cola
Antes del nadaísmo milité en la tribu de los coca-colos, penúltimos dandis del siglo XX. Bluyín, medias de rombos, mocasines de plantisuela, camisa de popelina, melena engominada, y en el alma un bolero de Lucho Gatica, un cantante chileno experto en ayes de leproso, de moda entonces.
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Messi que Ronaldo
El objetivo de esta columna no es otro que convencer al gigantesco número de lectores progresistas que posee SoHo de que, en su condición de tales, deben apoyar al futbolista argentino Lionel Messi en el personal duelo que mantiene contra el portugués Cristiano Ronaldo.
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Silvio que Ricky Martin
Habrá quien diga que este ejercicio supone el despropósito de comparar manzanas con, digamos, aceitunas; aquellas que calmaban la locura del cantautor Silvio Rodríguez en la canción del mismo nombre, de 1976. Pero es que cuando las manzanas pintan tan agusanadas…
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