Paro Nacional en la localidad de Kennedy Portal de las Americas | Foto: GUILLERMO TORRES

Crónicas

Crónica del Paro: “dos lunas llenas y un poema”

Por: 'Amok'

La primera línea fue una de las herencias que dejó el Paro Nacional de 2021 en medio de inmensas controversias por sus actuaciones y su discurso antisistema apoyado por sectores del petrismo. ‘Amok’, que hace parte de uno de esos colectivos, retrató con idealismo las horas de “resistencia” en el suroccidente de Bogotá.

Pocos creerían la historia de los dos días y las dos noches (con sus lunas) en las que un puñado de marginados y rebeldes escribieron con su propia sangre en las calles de Bogotá la consigna zapatista: “Uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar”. Nosotros la vivimos, experimentamos cada minuto de energía, fogosidad, tensión, alegría, dolor, llanto y poesía y lo pudimos encarnar con la memoria y las heridas aún abiertas en nuestros cuerpos y corazones. Esas que con nostalgia nos recuerdan las famosas “48 horas de aguante en Portal Resistencia”.

El viernes 28 de mayo de 2021 la jornada de movilizaciones convocada para conmemorar un mes de estallido social en Colombia iniciaba con la noticia del escalonamiento de la violencia en la ciudad de Cali y el aumento de manifestantes muertos y desaparecidos a lo largo del territorio nacional. Así mismo, el viaje del presidente Iván Duque a la capital vallecaucana para decretar el inicio de la “Asistencia Militar” para controlar las protestas y actos vandálicos en los puntos de resistencia, sumado a los intentos fallidos de diálogo con las víctimas y primeras líneas en ciudades como Medellín, Pereira, Popayán y Bogotá, auguraban nuevamente un fin de semana convulsionado lleno de expresiones sociales volcadas en las calles.

4:55 p.m.: alrededor de 3.000 personas confluimos en uno de los espacios más emblemáticos de la lucha popular en Bogotá durante el paro nacional de 2021. “Portal Resistencia” (antes conocido como Portal Américas) se vestía masivamente de nuevo con la dignidad de la juventud y la esperanza de los habitantes de los barrios aledaños como Chicalá, El Amparo, Britalia y Las Margaritas. El espacio humanitario “Al calor de la olla”, la “Escuela popular Escudos Azules”, la “Brigada Médica - Portal Resistencia” y nuevas expresiones populares se instalaron en lo que era antes una plazoleta utilizada por las bandas de microtráfico.

En el aire solo podía respirarse solidaridad, colectividad, apoyo mutuo y se sentía la energía vibrante de los múltiples corazones trepidando al son de los tambores de las batucadas, los gritos de las arengas y las sonrisas y abrazos cómplices de quienes sabíamos que lo que nos unía ese día era algo más que una simple reivindicación. Era el comienzo de una jornada inolvidable.

7:55 p.m.: a esta hora no había forma de saber exactamente cuántas personas conformaban las primeras líneas que poco a poco iban haciendo presencia y que, días antes, habían concertado juntarse en ese icónico espacio de resistencia del suroccidente capitalino. Se rumoreaba que todas las localidades en pie de lucha habrían asistido por la importancia de la conmemoración y la determinación que había en cada punto de resistencia por exigir justicia por los muertos y desaparecidos de un paro nacional que, a ese día, reportaba un saldo de más de 20 personas asesinadas por la Policía Nacional en las protestas alrededor del país.

Cientos de jóvenes mujeres, hombres y población diversa se agolpaban con entusiasmo y sonrisas bajo sus capuchas bloqueando las salidas de los articulados de TransMilenio por la Avenida Cali o ubicados sobre la Avenida Villavicencio (toda una apología involuntaria a la defensa nacional del territorio).

Aquellos encapuchados armados de tablas de madera, guantes, gafas y cascos para proteger su vida, entonaban las arengas que se habían instalado ya en la mente de quienes habían atestiguado durante los 30 días previos a este momento: “Por nuestros muertos ni un minuto de silencio”, “1,2,3, stop... Uribe paraco hp”, “No quiero ser un falso positivo”, retumbaban como un grito al unísono mientras el ambiente se tensaba con el arribo de miembros de la fuerza disponible y Esmad, tras la salida vergonzante “por la puerta de atrás” del secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, quien nunca supo escuchar las denuncias de la población del territorio de Portal Resistencia.

Primeras 24 horas: Uno de los puntos más emblemáticos de PR (portal resistencia) durante el paro fue una valla publicitaria intervenida por los manifestantes en la cual se podía apreciar la palabra RESISTE en letras blancas desde una distancia bastante considerable. Paradójicamente, las intervenciones del Esmad iniciaban frecuentemente desde la intersección donde dicha valla estaba erigida.

La primera luna de las 48 horas de aguante en Portal Resistencia se mantuvo siempre cerca al mensaje de esa valla y también fue testigo de primera mano del inicio y desarrollo de una intervención policial descontrolada, cargada de arbitrariedades, capturas injustificadas, rumores de torturas y secuestros dentro de las instalaciones del portal de TransMilenio y de una resistencia popular de los jóvenes del territorio que extendió las confrontaciones con la fuerza pública hasta entradas las 4 de la mañana del sábado 29 de mayo, momento en el que a fuerza de sangre, heridas, dolor, exigencias de la población y los habitantes del territorio, el Esmad tuvo que replegarse y retirarse para no provocar más daño a quienes habían decidido mantenerse en pie.

Las dos lunas llenas, 48 Horas y un poema: la segunda noche volvimos con más determinación, heridos y magullados, a ser testigos de una mayor afluencia de manifestantes y primeras líneas que la registrada la noche anterior. Esta vez el pogo de un concierto de punk era el que amenizaba el ambiente del espacio humanitario y la unión solidaria del pueblo se hacía presente en las múltiples personas que llegaban aportando elementos de protección, agua, comida, medicinas e insumos a los espacios de resistencia que para ese día ya habían destacado en los medios internacionales.

Mientras Iván Duque daba inicio al decreto de Asistencia Militar en Cali, a la misma hora en Bogotá, cinco tanquetas (tres ballenas y dos venom) del Esmad, reprimían y rodeaban a los manifestantes reunidos en Portal Resistencia y a las primeras líneas de Suba, Fontibón, Héroes, Norte, Patio Bonito, Usme, Ciudad Bolívar, Suroriente, Engativá y la sabana que se habían congregado en el mismo espacio.

Más de 30 heridos durante toda la noche, un sinnúmero de personas capturadas y trasladadas arbitrariamente a las “mazmorras” del Portal de las Américas, el hostigamiento incesante a las brigadas médicas y las agresiones seviciosas por parte de la policía hacia los colectivos defensores de DDHH en campo, quebraron nuestra emocionalidad, abrumaron nuestros corazones y le dieron rienda suelta al dolor en medio de la tragedia.

La lectura de “la carta a un vándalo caído”, en la cual un joven manifestante le declara su amor y su determinación a la lucha por medio de un emocionante poema hacia su madre, simbolizó el clímax de una noche apasionada en donde la lucha popular, el dolor, la tragedia, la esperanza, la admiración, la verraquera y el amor fluyeron por nuestros cuerpos y nos hicieron sentir que a pesar de que moríamos, a cada segundo nos encontrábamos más vivos que nunca, unidos en la energía transformadora de una misma lucha por una misma causa y que la victoria podría estar cerca. Ese día también el Esmad mostró su lado más humano, más cobarde, vulnerable y sensible.

Juntos recordamos la consigna de nuestro enemigo y no lo volvimos a ver tan grande, y por eso también juntos pudimos afirmar que: “el gobierno le teme al pueblo, por eso tiene tantos soldados y policías. Tiene un miedo muy grande. En consecuencia es muy pequeño. Nosotros le tenemos miedo al olvido, que hemos ido achicando a fuerza de dolor y sangre. Somos, por tanto, grandes.”

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