Rellena | Foto: @la_rellena_boyacense

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¿Quién responde por las libras de rellena que no se vendieron en el Jamming?

Por: Miguel Valencia

Un vendedor de este alimento, que perdió cerca de 50 millones de pesos por la reciente cancelación del Jamming, contó algunos secretos de nuestro ‘sushi criollo’ y denunció amenazas por quejarse del festival.

Cuando usted se mete a la boca una cucharada de humeante rellena está masticando tripa y sangre de cerdo -así, sin rodeos- pero también arroz, auyama, calabaza, arveja, poleo, perejil, pimienta, orégano, entre otras cosas. Es nuestro ‘sushi criollo’ y despierta tantos amores como rechazos.

La morcilla, que cualquier extranjero o desprevenido colombiano puede comerse sin preguntar de qué está hecha, le ha permitido a Óscar Vargas pagar su carrera universitaria, que junto a su familia, la vende desde hace tres generaciones en la localidad de Kennedy, Bogotá.

Vargas, un joven de estatura mediana, delgado, con rastas y sin barba, de apenas 25 años, es un negociante por naturaleza y se ha ‘tragado’ las calles y avenidas de Bogotá con su carro y su megáfono mientras anuncia las delicias de su producto.

“A la orden, siga y deleita la rellena artesanal sin ningún compromiso”, grita con emoción para que le compren un plato que vale $10.000. En un día bueno puede alcanzar a vender hasta $200.000, según sus cálculos.

Morcilla | Foto: @la_rellena_boyacense

Como los sueños están para hacerse realidad, pero con dinero, Óscar tuvo la tentación de ganar mucho con el Jamming, el elefante blanco de los festivales de música que desde un comienzo parecía muy bueno para ser realidad, un escenario en el que vio la oportunidad perfecta para ganar millones de pesos adicionales. Pero terminó siendo una de las víctimas de la hasta ahora estafa.

Un tiempo antes del festival que iba a llenar de artistas, turistas y vendedores a Ibagué, Vargas se preparó como quien va a la guerra para tener cantidades industriales de morcilla, alistó a sus empleados y compró un arsenal de comida para hacer la rellena que le iba a vender a la gente mientras escuchaban Vicentico, Systema Solar, La 33 o a Sean Paul.

Así quedó Playa Hawai tras cancelación del Jamming Festival | Foto: Twitter: @sebastian_by97

La producción de la rellena es un arte y aquí por fin le resolvemos el misterio de esa analogía que en algún momento planteó Álvaro Gómez Hurtado, el asesinado líder conservador, quien inmortalizó la frase de que las encuestas son como las morcillas, porque “son muy ricas, pero es mejor no saber cómo las hacen”.

Óscar relata el proceso: “comenzamos a lavar las tripas y a hervir el arroz por separado, al igual que la arveja. Mientras tanto, mis colaboradores picaban auyama y calabaza a cuadritos, con una disciplina militar. Los demás iban alistando la logística y el empacado, que debía tener en cuenta los protocolos de bioseguridad”, recuerda con algo de decepción por lo ocurrido.

Una vez estuvo lista juntaron la mezcla, batieron una y otra vez, mientras le iban agregando esencias y condimentos, todo ese esmero con la ilusión de que durante los días de conciertos la gente no solo pidiera tamales o lechona tolimenses, sino que también se animaran a probar la morcilla de “La Rellena Boyacense”.

¿Cómo carajos se hace la morcilla?

En algunas regiones del país existe la tradición de reunirse alrededor de la fabricación de la morcilla en diciembre, durante los días en que sacrifican los cerdos durante las marranadas, tan famosas y tradicionales, como criticadas por animalistas. Pero en el caso de Óscar y su combo, no era necesario recurrir a botellas de plástico artesanales para la rellena. “Tenemos unas máquinas industriales en donde rellenamos la ‘tripita’ después de pasar por su proceso de limpieza”, explica.

La noche del 17 de marzo quedaron listas las 7.500 libras de rellena para venderlas durante el puente festivo, pero la desgracia les cayó durante la madrugada siguiente, cuando lo que era un rumor de esos que producen terror, se convirtió en realidad: el festival quedaba cancelado. Como los que huyen del barco, los organizadores del Jamming Festival empezaron a salir del lugar del evento en la Playa Hawai sin dar explicaciones y sin aún responderles a los embaucados.

El carácter del vendedor de rellena

Si usted es tímido no se meta a vender rellena porque para hacerlo bien necesita estar convencido de su producto. Al menos así lleva haciéndolo la familia de Óscar por 30 años desde el momento en que su abuelo creó un piqueteadero en el barrio Patio Bonito, localidad de Kennedy, luego comenzó a producir la morcilla y salió a las calles a comercializarla por el barrio.

Como cualquier empresario que arriesga con determinación, Óscar lo hizo para vender morcilla en el engañoso festival y perdió por lo menos 50 millones de pesos en el intento. “El estand valió 21 millones más el IVA y se hizo en tres pagos”, de los cuales hoy nadie responde, según cuenta Vargas con lamentación. “A eso hay que sumarles vitrinas, publicidad, cajas para la presentación y varios cursos que tocó pagarles a los empleados. Fueron casi 25 millones de pesos en insumos de comida”, afirmó.

Uno de los prestamistas de Óscar fue su mamá, pero no solo ella. Se endeudó con otras personas que hoy le reclaman y lo tienen con la soga al cuello.

Además, los ocho empleados que tenía listos para ese puente festivo también dejaron de recibir ganancias a causa de lo que hoy es todavía considerado una estafa de los organizadores del evento, requeridos incluso por la Fiscalía.

Por fortuna, este estudiante logró vender después las 7.500 libras de rellena gracias a que aprendieron a conservar mejor el producto por los cursos que les exigían desde el Jamming Festival. Se lo perdió Ibagué, pero la localidad de Kennedy se deleitó de nuevo con el ‘sushi criollo’.

Los productores de morcilla reciben amenazas por protestar

Cerca de 20 de los comerciantes que perdieron dinero en este evento se reunieron para protestar el 25 de marzo en Casa Babylon, uno de los organizadores y sede desde donde se vendieron las boletas, para pedir que les respondieran.

Protestas Jamming | Foto: Cortesía para SoHo. Óscar Varga.

En su intento por ser oídos paralizaron la carrera Séptima con calle 49 mientras mostraban pancartas con los logotipos de sus empresas. La policía de tránsito dejaba pasar los carros mientras gestores de convivencia de la Alcaldía de Bogotá intentaban evitar cualquier contratiempo.

Luego de cerca de dos horas de protesta se fueron derrotados por la realidad: nadie salió a decirles nada.

Pero lo más grave no es solo la estafa, ahora hay amenazas. Vargas le contó a SoHo que algunos de los vendedores de rellena que participaron de la manifestación han recibido mensajes intimidatorios por las manifestaciones en Chapinero. “Sabemos que usted estás del sabotaje. ¿Haciendo justicia por sus propios medios? Va jugando perro, está en la mira. Lo estamos vigilando”, le escribieron a uno de los denunciantes a través de Whatsapp hace algunos días.

Amenazas a protestas por Jamming | Foto: Cortesía para SoHo

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