En la noche de este martes Colombia se puso de luto por la muerte del ‘Rey del despecho’. Esta es la historia de uno de sus himnos.
Alrededor de las 9 de la noche de este martes 26 de julio, ocurrió un hecho que conmocionó al país entero, pues falleció el reconocido cantante de música popular, Darío Gómez, que a lo largo de su carrera se ganó el título del ‘Rey del despecho’.
Con más de 45 años de trayectoria musical, Darío Gómez se encargó de hacer de su trabajo toda una obra y durante su periodo de actividad compuso decenas de éxitos que hoy en día siguen sonando y ponen a cantar a muchos en cualquier evento.
Todas sus letras son inspirados en momentos que él tuvo que vivir, por eso cada vez que suenan muchos se identifican ya que son historias que a cualquiera le podrían ocurrir.
El cantante que falleció a sus 71 años será recordado para siempre por su música, pues desde muy joven le impregnó la esencia de su tierra natal, San Jerónimo, Antioquia, a muchas de sus composiciones.
Uno de los éxitos más grandes que tuvo el cantautor, fue la canción que se convirtió en un himno para momentos justamente como este, el de un fallecimiento y cuya historia surgió de un evento que vivió en su pueblo natal en Antioquia.
La letra en la que canta sobre una muerte, que precisamente es la suya, retrata lo que sucede cuando un ser querido fallece y aunque es un momento difícil y doloroso para los que se quedan, el difunto ya no importa porque ya no volverá. Además, recomienda que lo fundamental es ayudar a los que están en vida.
“Cuando ustedes me estén despidiendo con el ultimo adiós de este mundo no me lloren, que nadie es eterno, nadie vuelve del sueño profundo”, canta Darío Gómez en su canción.
El tema que fue tan popular cuando salió y aún hoy en día se canta con nostalgia cada vez que se piensa en la muerte de algún ser querido, surgió en 1989, cuando el rey del despecho la escribió tras haber tenido una conversación con un amigo.
El artista que ya llevaba varios años en la música, un día estaba en San Jerónimo, con un conocido y estaban visitando precisamente un cementerio porque la Alcaldía le había otorgado a algunas familias, unos lotes donde se ubicaba el camposanto.
Ese día estaba sacando los restos de los fallecidos para dejar vacío el lote y Gómez le dijo a su amigo “Luis Ernesto, mire, nadie es eterno en el mundo”. Tras ese sencilla frase, su amigo le respondió que ese sería un gran inicio para una canción y así lo fue.