Alexandra, 12, holds her sister Esyea, 6, who cries as she waves at her mother Irina, while members of the Jewish community of Odessa board a bus to flee Russia's invasion of Ukraine, in Odessa, Ukraine, March 7, 2022. REUTERS/Alexandros Avramidis TPX IMAGES OF THE DAY | Foto: REUTERS

Guerra en Ucrania

Las tristes postales de los niños que padecen la guerra de Ucrania

Por: Ricardo González Duque

Despedidas desgarradoras, sollozos en medio del abandono y bombardeos que dejan menores muertos son algunas de las imágenes más dolorosas que deja la intervención rusa en Ucrania.

Están muertos, están heridos y están abandonados. Por lo menos 800 mil niños ucranianos han salido de sus casas huyendo de las bombas, las balaceras o cualquier ataque indiscriminado, pero también por el hambre y el riesgo de enfermedades, que dejan la guerra que desató Vladimir Putin en su intento por recuperar la Rusia de los zares.

Rita y su hija Vika, refugiados que huyen de Kiev, llegan en un tren desde Przemysl a la estación central de Berlín, tras la invasión rusa de Ucrania, en Berlín, Alemania, el 7 de marzo de 2022. REUTERS/Lisi Niesner | Foto: REUTERS

Tiene menos de 10 años, mide algo más de un metro y llora poniendo su carita en una reja que han dispuesto las autoridades para atender las filas de refugiados. Porta un abrigo acolchado con una capota de peluche que tapa un gorrito que le organiza su mamá para cubrirlo de la temperatura de -1 grados centrígrados en Lviv, al oeste de Ucrania, una de las ciudades que ya alcanzó su capacidad máxima de refugiados. Allá, en el lugar más al occidente, aún no llegan las hostilidades del ejército ruso, aunque sí las consecuencias de la guerra.

La mamá del pequeño llegó desde Kiev y en medio del horror que comenzó hace 12 días, es afortunada por mantenerse junto al niño y su esposo, aunque él tiene prohibido salir del país, como todos los hombres entre 18 y 60 años por disposición del presidente Zelenski, quien busca quién se enliste en el ejército para defenderse de la arremetida de Putin. “Disparan a las zonas residenciales, pasamos mucho tiempo en el refugio antiaéreo y llegamos acá porque queremos una vida mejor para nuestros hijos. Tengo un hijo y muchas personas que conozco están igual”, le cuenta la mujer a la agencia Reuters mientras espera un lugar para hospedarse.

Junto a sus padres con quienes llegó de Kiev, un pequeño llora en Lviv, ciudad ucraniana cerca de la frontera con Polonia a donde huyeron de la guerra. Pantallazo REUTERS. | Foto: Reuters

Vidrios rotos, construcciones en el piso y vías desoladas describen hoy la cotidianidad de Mairúpol, ciudad portuaria del sur de Ucrania que está a solo a 44 kilómetros de la frontera rusa y es una de las más codiciadas por Putin. Allá acaba de morir Tanya, una niña de seis años que es una de las 300 mil personas que están sitiadas desde hace una semana sin agua, sin electricidad y, por supuesto, sin alimentos. “Es la primera vez en décadas, quizá desde la invasión nazi, que un niño muere de deshidratación”, afirmó el presidente ucraniano.

Más cerca aún de Rusia, en la ciudad de Sumy, otros nueve muertos dejó un reciente bombardeo de las tropas de Putin, entre los fallecidos hay dos niños. Allá, a pesar de los acuerdos para establecer un corredor humanitario que permitiera evacuar a los civiles, la arremetida ha continuado por cuenta de aviones que atacaron edificios de viviendas, según relató la viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk.

La gente espera para abordar un autobús en un centro de alojamiento temporal, después de huir de la invasión rusa de Ucrania, en Korczowa, Polonia, el 6 de marzo de 2022. REUTERS/Yara Nardi. | Foto: REUTERS

En el otro extremo está Medyka, que es el paso fronterizo con Polonia, donde el frío extremo no alcanza a superar el dolor que se vive por la separación de las familias a causa de la guerra. “Mi bebé ya no podía soportar las explosiones”, explicó al New York Times una mujer llamada Mariana, madre de una niña de cuatro años que espera en ese lugar a quien le había prometido llevarla a un nuevo país. En ese mismo escenario, los pucheros, las lágrimas, las caras tristes y las manitos posándose en las ventanas de los trenes, son las señales de despedida de pequeños e incluso bebés que se separan de sus padres.

Los niños miran desde la ventana de un tren cuando llegan en un tren ucraniano desde Lviv que transporta a cientos de personas que huyen de la invasión rusa de Ucrania, en la estación de Przemysl, Polonia, el 7 de marzo de 2022. REUTERS/Yara Nardi | Foto: REUTERS

“La separación puede suponer un profundo estrés sicológico por la incertidumbre y el miedo de lo que pueda suceder. También aumenta el riesgo de violencia, explotación, tráfico y abusos. Muchos de estos niños y niñas separados viajan con sus hermanos mayores o sus familias extendidas”, declaró Irina Saghoyan, directora de la ONG Save The Children en Europa del Este.

Una mujer consuela a su hijo mientras un perro mascota mira, en un refugio para refugiados después de la invasión rusa de Ucrania, en Beregsurany, Hungría, el 7 de marzo de 2022. REUTERS/Bernadett Szabo | Foto: REUTERS

Uno de esos niños camina solo, sin saber a dónde ir y llorando en el lado polaco, después de haber huido de la guerra. Parece no entender lo que ocurrió y por qué debió salir de casa. Solo anda con dificultad vistiendo una abultada chaqueta de pequeños cuadros azules, verdes, blancos y cafés. En su mano derecha lleva una bolsa que arrastra por el piso y en la izquierda dos pequeños paquetes rojos, en el video publicado por Reuters solo se pueden escuchar sus sollozos desesperados.

De nuevo dentro de Ucrania, hay otros niños que aunque no están en búnkeres subterráneos, ni atrapados entre los escombros, sí están en riesgo de morir por falta de medicamentos. Son los pequeños del hospital de menores de Lviv, la ciudad donde aún no hay combates pero donde sí se siente la escasez. “Necesitamos que la violencia se detenga y conseguir medicamentos para los niños. Muchos de ellos van a morir pronto por la interrupción de los tratamientos”, le cuenta a CNN Roman Kizyma, médico del Centro Pediátrico de Ucrania Occidental.

La gente espera en la estación de tren después de huir de la invasión rusa de Ucrania, en Przemysl, Polonia, el 7 de marzo de 2022. REUTERS/Yara Nardi | Foto: REUTERS

Lo peor dentro del sobresalto que causan estas tristes postales es que seguramente se multiplicarán mientras no haya un acuerdo definitivo y cumplible para ponerle punto final a una guerra en la que, por supuesto, no hay ganadores. Mientras ese horror continúa, Unicef ha pedido a los países vecinos que ayuden con la identificación y el registro de los niños que han tenido que salir del país sin sus papás.

“Es necesario evitar la adopción durante una emergencia o justo después de una emergencia. Se debe hacer todo lo posible por reunir a los niños con sus familias”, recomienda la agencia, sin saber si esos padres o madres que se quedaron luchando en la guerra de Ucrania puedan volver por ellos.