En los últimos años ha caído la industria de las bebidas alcohólicas japonesas y por eso quieren revitalizarla. En Colombia, mientras tanto, no falta el chiste de los bebedores que dicen que mientras toman están contribuyendo a la salud del país, con impuestos.
Es común escuchar y leer en toda publicidad relacionada con el consumo de licor la advertencia de “el exceso de alcohol es perjudicial para la salud” prevista en la ley 30 de 1986. Es decir, el gobierno a través de una ley pidiendo frenar o por lo menos mesurar su ingesta por los riesgos que representa. Sin embargo, en Japón están haciendo todo lo contrario.
La Agencia Tributaria, que es una especie de DIAN, está lanzando una campaña para que los jóvenes consuman más alcohol debido a la caída dramática en los ingresos por impuestos que genera el alcohol, pues se calcula que después de la pandemia la reducción de los tributos llegó a número que no se registraban hace más de 30 años.
“Sake viva” es el nombre de la campaña que incluye el nombre de la popular bebida fermentada a base de arroz, que también ha sufrido una caída en su producción por cuenta de la pandemia, la falta de interés del nuevo público en consumirlo y la baja natalidad que se registra en el país asiático.
En medio de las críticas que durante esta semana ha recibido la campaña por su promoción de hábitos poco saludables, la Agencia explicó a través de uno de sus portavoces que “no se busca que haya un consumo excesivo de alcohol y también trabaja para educar a los jóvenes para un consumo moderado”.
La tendencia de los jóvenes japoneses no es única en el mundo, pues está creciendo el concepto de la llamada “sobriedad curiosa”, que no es más que la aplicación de la abstinencia de consumir licor entre otras muchas razones por los daños a la salud. Estudios citados por quienes promueven esta práctica aseguran que el alcohol es el “nuevo cigarrillo”, responsable de 2.8 millones de muertes mundiales al año principalmente en el grupo de edad entre 15 y 49 años.
La situación que se vive en Japón, de tener que aumentar el consumo de licor para recaudar más impuestos, no es lejana a Colombia, donde las licoreras departamentales pagan en tributos más de 408 mil millones de pesos al año con la paradoja de que están destinados para atender la salud, por lo que es no es raro escuchar que muchos borrachines aseguren que con su consumo están contribuyendo a financiar el sistema de sanidad del país.