Este martes 24 de mayo ocurrió una de las masacres escolares más sangrientas desde 2012.
En una escuela primaria de Texas, Estados Unidos, un adolescente de 18 años llevó a cabo un tiroteo en el que asesino a 19 niños y un docente.
Todo ocurrió exactamente en Uvalde, una escuela que queda ubicada a aproximadamente 136 km al oeste de San Antonio y a unos 112 km al este de Del Río. El sospechoso residía en esta ciudad y había asistido a esta escuela.
El perpetrador de este atroz crimen se identificó como Salvador Ramos, un antiguo alumno de la misma escuela. De acuerdo con las imágenes que se han difundido en redes sociales, sus principales características son “mirada profunda”, cabello largo, café oscuro, cejas pobladas y acné.
Ramos fue un estudiante del instituto Robb Elementary, quien antes de dirigirse a la institución había asesinado a su abuela. De acuerdo con el gobernador local, el joven habría llegado en carro a la escuela sobre el medio día, ingreso e inició el tiroteo con un arma y un rifle.
El perpetrador habría comenzado a disparar sin pensarlo, sin escoger a sus víctimas, al parecer, lo habría hecho al azar. Dejando como saldo total 21 personas muertas, incluyendo a su familiar.
Gracias al llamado de los ciudadanos, la policía llegó y se enfrentó con el tirador que consiguió herir a dos oficiales. Sin embargo, los uniformados pudieron darle de baja. “Se cree que los policías que respondieron lo mataron”, expresó el mandatario.
En redes sociales han circulado imágenes que el adolescente había publicado dos días antes de lo ocurrido con las armas y municiones que había adquirido, casi el día después de haber cumplido la mayoría de edad, el pasado 16 de mayo.
Así también, una de sus compañeras reveló una extraña conversación que tuvo con él el pasado jueves. Le había enviado las fotos de los rifles, a lo que ella le preguntó que por qué se las enviaba, así que Ramos le contestó este martes dando señales o pistas de lo que haría tan solo una hora después: “Estoy a punto de hacerlo. Te lo diré antes de las 11. Hay un secretillo que me gustaría contarte”.
Allí terminó la confusa conversación, ya que la joven no le volvió a responder. En diálogo con la prensa local, la adolescente cuya identidad no fue revelada por su seguridad, expresó: “La única razón por la que le respondí fue porque me asustó. Ahora me pesa no haberme quedado despierta hablando con él para tratar de evitar este crimen”.
De acuerdo con las primeras hipótesis, es posible que el joven hubiera pasado por situaciones traumáticas o que lo lastimaron y que por ello su salud mental estaba tan deteriorada, a tal punto de querer acabar con la vida de 600 estudiantes que se encontraban en el lugar de los hechos.