6 de junio de 2022

Lujuria

No es un chiste querer ‘hacerlo’ todo el tiempo

Testimonios de hombres que dicen perder la cabeza y el control de su cuerpo por la adicción a las relaciones sexuales, demuestran que no es un chiste ‘querer hacerlo’ todo el tiempo. Le presentamos los síntomas para que sepa si sufre de hipersexualidad.

Por: María Fernanda Orjuela
SoHo
SoHo | Foto: SoHo

Siento que el sexo es como si fuera una droga que no puedo dejar de consumir y lo más duro de todo es que a veces creo que pierdo el control de mi cuerpo”, este testimonio de Andrés Quintero, un ingeniero civil de 27 años, es una de las demostraciones de que la hipersexualidad o ninfomanía masculina, no es simplemente un chiste por aquella creencia de que a los hombres les encanta tirarse o cogerse a cualquiera o que piensan en relaciones sexuales por lo menos 19 veces al día, según determinó un estudio de la Universidad de Ohio.

Aunque algunos crean que en la intimidad todo es perfecto para los hombres que tienen sexo regularmente, no es así para los individuos que presentan un aumento excesivo en el deseo e intensidad frente a las conductas sexuales, un padecimiento denominado satiriasis que puede tener el 5% de la población, de acuerdo a la OMS, que puede afectar el desarrollo del día a día de quienes lo sufren y que termina en citas en sexólogos, psicólogos y hasta psiquiatras a quienes les piden ayuda para manejar su promiscuidad.

Quintero perdió el rumbo de su vida apenas desde su segunda relación sexual, desde ese momento, no hubo quien lo detuviera, ni el amor hacia su pareja de ese entonces, ni sus amigos, ni su propio bienestar, ocuparon un lugar entre sus prioridades, la única era el sexo como, donde y con quien fuera.

Aquellos que tienen adicción al coito, comienzan a desarrollar una incapacidad para realizar normalmente otras actividades, presentan trastornos del estado de ánimo que conllevan a la depresión y la ansiedad; la concentración que tenían comienza a desvanecerse y en ocasiones hasta las relaciones interpersonales se ven afectadas.

Las dinámicas de Quintero le pueden jugar un mal momento, puede estar en cualquier lugar como el transporte público, una fiesta, haciendo mercado y hasta caminando por la calle y cuando ve a una mujer que le parece atractiva se imagina “mil cosas deliciosas y hasta pervertidas”.

Por su parte, Néstor Rodríguez, un contador público de 37 años, confiesa con esfuerzo que se volvió “esclavo” de sus fantasías y fetiches: “a mi edad no he podido entablar una relación formal duradera por mi condición. Para mí la ninfomanía viene de la mano de la infidelidad, siento que nadie me puede saciar ni controlar. Para algunos la prioridad es el amor, pero la mía claramente es el sexo”.

Lamentablemente, desde que comenzó a tener este tipo de conductas, su empatía se redujo a ser casi nula. Su círculo social se fue reduciendo porque sus amigos empezaron a verlo como alguien extraño, con unos imaginarios perturbadores. Rodríguez, aunque ha ido a terapias de salud mental, no ha encontrado salida a su adicción.

“Ser como soy es muy complicado, he ido a muchos psicólogos, pero nada me ha funcionado. Ser adicto al sexo es agotador, todo el tiempo la mente está maquinando, no puedo dar un beso cariñoso porque me comienzo a excitar, no puedo abrazar o acariciar a una mujer porque ya quiero que sea mía en la cama. A veces siento que pierdo la cabeza”, sentencia.

La hipersexualidad no es un asunto que afecte únicamente a los más adultos, incluso es una problemática presente en edades tempranas como los 16 años. Un estudiante de Antropología hace parte de ese rango y a diferencia de sus compañeros de clase, asegura que encontró en el sexo un infierno: “amo el sexo y lo odio al mismo tiempo. En la semana trato de hacerlo mínimo 5 veces, antes lo hacía todos los días, así fuera con diferentes personas, pero mi salud física se comenzó a ver afectada”. Además, no solo empezó a fallarle la cabeza por el deseo incontrolable, sus partes íntimas también tuvieron complicaciones, de modo que tuvo que consumir viagra por un buen tiempo e igualmente se vio afectado por sarpullidos que le producían dolor y picazón.

“Siento que mi situación es muy parecida a los placeres de comer, si no cambio de mujeres, dejo de desear porque lo que me gusta es la novedad. Pero yo siento que ya probé de todo y con eso llegan otras adicciones como la pornografía, tocarme, hacerlo todo el tiempo”, contó.

¿Cómo saber si es hipersexual?

¿Cómo saber si es hipersexual?
Getty Images | Foto: Getty Images

Aunque es difícil determinar la cantidad de sexo que pueda configurarse en la existencia de una adicción, pues existen temporadas en que las parejas tienen relaciones todos los días sin que eso se constituya en satiriasis. Para Vanesa Peña, psicóloga y sexóloga uruguaya, pueden existir cinco condiciones y contextos que puedan llevar a que usted sea diagnosticado como adicto al sexo:

1. El tiempo utilizado en fantasías o conductas sexuales influye reiteradamente en otras actividades, obligaciones o metas no sexuales.

2. Implicarse frecuentemente en fantasías o conductas sexuales como respuesta a estados de: aburrimiento, irritabilidad, depresión, ansiedad y a sucesos estresantes.

3. Reiterados esfuerzos por controlar esas fantasías o conductas sexuales pero sin éxito alguno.

4. Implicarse en comportamientos sexuales repetitivos sin ser consciente del peligro de daño emocional u orgánico para uno u otros individuos.

5. Las fantasías y conductas sexuales no son provocadas por el resultado directo de sustancias externas.

¿Existe un tratamiento para los hombres adictos al coito?

Hasta el momento no hay técnicas de evaluación o tratamiento fundamentadas con demostraciones científicas que ayuden a tratar estos comportamientos, pero si existen técnicas para mejorar estas conductas.

Los profesionales deben hacer uso de todos sus conocimientos, en ocasiones se hace un proceso combinado de fármacos y terapia sexual cognitivo-conductual, que están enfocadas en el vínculo entre el pensamiento y el actuar del individuo.

Los sentimientos de culpa, de ansiedad y de depresión pueden aparecer en cuadros avanzados de este tipo, llegando a poner en riesgo no solo la vida del afectado sino de las personas de su entorno.

Según el sexólogo mexicano David Aceves, en la satiriasis se pueden presentar situaciones de riesgo graves como contraer infecciones de transmisión sexual o ser vulnerable frente al consumo de sustancias psicoactivas. Además, se está expuesto a vivir situaciones de violencia sexual, física y psicológica y en grados más avanzados se pueden llegar a presentar sentimientos que se desencadenen en un suicidio o en atentar contra alguien más.

Quien haya visto la película danesa Ninfomanía se habrá enfrentado a la primera realidad de que la adicción al sexo en una mujer no necesariamente es tan sensual y excitante como pueda parecer a primera vista, del mismo modo que esa misma condición en los hombres no queda reducido a un chiste.

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