2 de agosto de 2022
Deportes
La lucha y la resiliencia, los dos aspectos que han marcado la vida de Carlos Izquierdo
Este deportista vallecaucano es sinónimo de lucha, no solo por todo lo que ha tenido que atravesar para alcanzar sus metas, sino porque su vida entera se ha dedicado a la práctica del deporte de la lucha.
Por: soho.coEn los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nankin, China, el nombre de Carlos Izquierdo empezó a sonar con fuerza a lo largo y ancho del territorio nacional. Su cuarto puesto hizo que los ojos de todo un país se posaran sobre su figura, que ya hacía suspirar a los amantes de la lucha.
Y es que en su corta carrera ya se había coronado en el Panamericano Cadetes que se llevó a cabo en Maracaibo en 2012 y fue medalla de bronce, en 2013, en el Panamericano de esta disciplina en Medellín y oro en el Centroamericano en Armenia y en el Panamericano de Brasil 2014.
Cuando Carlos tan solo tenía nueve años y sus amigos lo invitaban a jugar golosa, él ya pensaba en convertirse en un luchador. Tal vez porque en su familia la lucha olímpica es el pan de cada día. Cambió los carros, la pelota y las bicicletas por la disciplina, la técnica y el compromiso con el que cada día practica el deporte que lo apasiona y en el que quiere seguir triunfando.
“Mi papá empezó con esto, se llevó a sus hermanos y de ahí siguieron mis hermanos. Estuve desde muy chiquito acostumbrado a ver a mi familia yendo al coliseo de lucha de la ciudad de Buga”, le contó Carlos a SoHo. Sin embargo, fue cuando murió su padre y cuando su mamá ya no lo podía cuidar, así como por la insistidera de uno de sus hermanos, que comenzó a asistir a los entrenamientos más a menudo.
Aunque en un principio se le pasó por la cabeza jugar al fútbol, pues lo hacía bien, al final se terminó decantando por este deporte. “Yo me quedaba sentado en la banca viendo el entrenamiento de ellos y desde muy chiquito fui viéndolos en las competencias y ahí me fui quedando. Empecé a competir en el 2006 e hice todo el proceso que se hace hasta juegos olímpicos olímpico que son departamental, nacional e internacional”, agregó Carlos.
Concentración, agilidad y fuerza, fueron los tres elementos que permitieron que Carlos, siendo el competidor más joven, con 19 años, y participando por primera vez en mayores, se llevara la victoria en la categoría de 74 Kilogramos de lucha. En ese Panamericano de lucha, en 2016, ganó la medalla de plata, lo que además le sirvió para clasificarse a sus primeros Juegos Olímpicos: Río 2016.
“Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Yo era juvenil y no tenía la categoría mayores que ahora sí tengo. En aquella ocasión no hice ningún evento de ciclo olímpico. Simplemente, Panamericano, clasifiqué y pum, salto para Juegos Olímpicos sin tener experiencia a nivel mayores”, dijo Carlos.
“Toda mi vida le he dedicado la mayor cantidad de mi energía y mi atención a este deporte. Estar en Río 2016 era algo que había soñado y que quería vivir. La verdad sentimos mucho orgullo y felicidad con mi entrenador. Era algo para lo que habíamos trabajado. La idea era, claramente, era pelear por una medalla en pero con mi experiencia era bastante difícil ganarme algo, porque bajaba mucho de peso, pero sentí mucha felicidad y orgullo”, resaltó este deportista que día a día sueña con seguir representado a Colombia.
Su participación en suelos brasileños fue un paso más para seguir el camino que ya había trazado su familia. Su tío, Luis Fernando Izquierdo, asistió a los Juegos Olímpicos que se realizaron en Atenas 2004 y en Beijing 2008, en ambas competencias tuvo una participación notable, aunque no le alcanzó para ganar una medalla.
Carlos no se rindió y su primera participación en unos Juegos Olímpicos lo motivaron a seguir trabajando para volver a tener la oportunidad de representar a Colombia en unas justas como estas. Se fijo la meta de estar en Tokio 2020 y así lo consiguió. Sin embargo, la pandemia se atravesó en el camino de los deportistas y esto afectó su preparación.
“Las justas de Tokio fueron bastante amargas. Eso fue un vaso amargo que todavía lo siento. Clasifiqué donde clasifican los mejores del mundo, en el campeonato mundial en el que clasifican solo los 6 mejores y yo me metí entre esos”.
Y agregó: “Con la circunstancias de la pandemia, no puede tener una buena preparación porque todo se cerró y no se podía hacer nada. Imagínate de pasar mancuernas a levantar unas libritas de arroz para asemejarlas. Ya cuando se fue abriendo todo pudimos comprar algunos instrumentos, pero no fue lo mismo. Hicimos lo que pudimos. Lastimosamente también me enfermé. Estaba comiendo la comida de Japón y me dieron a probar un sushi y me metí la intoxicada de la vida. Entonces salí débil por todo lado. Esa sí que fue una difícil la experiencia”.
No obstante, la lucha le ha enseñado a ser resiliente, esa capacidad para recuperarse de situaciones complicadas y seguir avanzando hacia el futuro: “Yo creo que para ser un deportista de alto rendimiento tiene que ser muy resiliente por las lesiones, por ejemplo, las cuales te llevan hasta el límite. Mi deporte, me perdonás la palabra, pero es cabronamente duro. Debes tener la cordura para pensar en estar tranquilo, manejar el combate y buscar alternativas, como en la vida. Uno tiene sus problemas y tiene que pensar que soluciones y la lucha es igual”.
Así lo demostró aquel 22 de septiembre de 2019, el escenario, el Mundial de Lucha de Kazajistan. Carlos se enfrentaba nada más y nada menos que al luchador local Adilet Davlumbayev por un cupo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “El que ganara clasificaba. Había miles de personas y todos estaban apoyándolo a él, mientras que a mí me miraban mal”. No obstante, esto no le hizo perder la concentración: “Yo iba concentrado. Con mi hermano que es mi entrenador, siempre nos vimos Rocky Balboa y eso siempre nos motivó mucho”, comentó Carlos.
“Ese día mi hermano iba atrás mío silbando la canción de Rocky y solo pensaba en que iba a ganar, pero, la verdad estaba cagado y esa fue una experiencia bárbara. No solo por lo que me estaba jugando, sino por el escenario. Cada vez que marcaba un punto me abucheaban y se oían tambores, en ocasiones me robaron algunos puntos, por lo que al final terminó siendo una pelea contra él, su entrenador, el juez y miles de personas”, reveló el deportista vallecaucano.
Carlos es una persona que cuando habla, siempre lo hace con mucho positivismo y, aunque como todo ser humano siente terror cuando participa en un evento como estos, sabe que esto no puede consumirlo: “Yo soy muy tranquilo y siempre me imagino venciendo a mis rivales, pero si llega un punto en el que me siento abrumado, empiezo a utilizar mucho la respiración y, mientras tanto, voy orando”, un consejo que le da a todos los deportistas que hasta ahora están empezando su carrera.
La evolución de Carlos no tiene nombre. Fue tres veces campeón nacional infantil, campeón de mayores, cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de la Juventud, clasificación a los Olímpicos de Rio 2016 y Tokio 2020 y medalla de bronce en Juegos Panamericanos de Lima 2019, pasos que, de a poco, lo acercan a su sueño, pararse en el podio de unos Juegos Olímpicos y los de París 2024 ya los tiene entre ceja y ceja.
Carlos añora un lugar en el podio y para ello se prepara como uno de los 62 integrantes del Equipo Colombia, en el cual cuenta con el apoyo económico del Ministerio del Deporte, acompañamiento metodológico, de profesionales en ciencias del deporte y psicosocial, un proyecto que este luchador no duda en resaltar, mucho más ahora que se priorizan a los deportistas, por lo que “así como yo arranqué, también se motiva a otros deportistas para que también trabajen par llegar a ese punto y se vean beneficiados del proyecto de Colombia”.